El amor no es dual, nada externo te lo puede dar
- Aarón Pérez
- 30 oct 2020
- 8 Min. de lectura
Actualizado: 7 jun 2021
¿Puedes aceptarte a ti mismo sin protestar?
¿Puedes amarte a ti mismo todo el tiempo ?
¿Puedes dar y recibir amor?

En la actualidad, muchas personas padecen de una “enfermedad social”, el virus del desprecio hacia uno mismo, y el único remedio posible es una buena dosis de amor propio, o amor a ti mismo. Una “idea” puede ser más resistente y contagiosa que un virus, cuando una idea se instala en el cerebro, puede ser sumamente complicada erradicarla, una idea bien formada, bien entendida se queda ahí en alguna parte de la mente. Y una de las ideas que pueden encontrarse muy fija en la sociedad, es creer que está mal amarse a uno mismo, que primero hay que pensar en los demás. Incluso existe la percepción de que la iglesia le da mayor prioridad al “ama a tu prójimo”, dejando un tanto de lado el “amate a ti mismo”.
Mateo 22:36-40
36 Maestro, ¿cuál es el gran mandamiento en la ley?
37 Jesús le dijo: Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, y con toda tu alma, y con toda tu mente.
38 Este es el primer y grande mandamiento.
39 Y el segundo es semejante: Amarás a tu prójimo como a ti mismo.
40 De estos dos mandamientos depende toda la ley y los profetas.
Si de algo estoy convencido, es que el mensaje de Jesus no tenía la intención de coaccionar en el sentido de decirte que tienes o debes amar al prójimo, por que no considero que te esté diciendo algo que harás, sino más bien que te explica como funciona la creación, por lo tanto te dice que en todo instante estás amando a los demás exactamente igual que como te amas a ti mismo, y los demás te aman como se aman a sí mismos. Otra de las ideas que nos llevan a vivir confundidos en cuanto al amor, es el pensar que el amor es algo que se encuentra o que se nos da desde el exterior. Esta idea te lleva por el camino del victimismo, al creer que no tienen nada que ver contigo mismo la falta de amor en tu vida. Parece obvio que el meollo de todo esto es el amor a uno mismo, porque así es precisamente como amarás a los demás, y el amor que recibirás. Es importante que no confundas nunca tu propio valor (que es un valor dado) con tu comportamiento o con el comportamiento de los demás hacia tu persona. por que los mensajes que nos manda la sociedad llegan a ser realmente abrumadores. Frases como: "Eres un niño malo", en lugar de "Te portaste mal", o "Mamá no te quiere cuando te comportas de esta manera", en vez de "A mamá no le gusta cómo te portas". Las conclusiones que sacas de este tipo de mensajes son: "Ella no me quiere, debo ser un desastre" en vez de "no le gusta a mamá lo que he hecho”.
En su libro "Knots" (Nudos) el doctor R.D. Laing resume el proceso de internalización de los pensamientos de los demás para equipararlo con la propia autoestima. “Mi madre me ama. Yo me siento bien. Yo me siento bien porque ella me ama. Mi madre no me ama. Yo me siento mal. Yo me siento mal porque ella no me ama. Yo soy malo porque me siento mal. Yo me siento mal porque soy malo. Yo soy malo porque ella no me ama. Ella no me ama porque yo soy malo.”
El ejemplo anterior nos sirve para darnos cuenta de la forma tan sutil en que formamos nuestros patrones de pensamiento, los cuales después de años de ejecutarlos, se vuelve complicado deshacerse de los hábitos de la niñez. Y de esta manera, es posible que la imagen que tienes de ti mismo, se base en las opiniones que los demás tienen de ti. Si bien es cierto que tus primeras ideas respecto a ti mismo las aprendistes de la opinión de los adultos, no tienes que cargar con ellas para siempre. La propia-estima no puede ser verificada por los demás. Tú vales porque tú dices que es así. Si dependes de los demás para valorarte, esta valorización estará hecha por los demás.
¿Qué nos han enseñado?
De niños se nos enseña que amarnos a nosotros mismos (algo natural en aquel entonces), era lo mismo que ser egoísta y consentido. Aprendimos a pensar en los demás antes que en nosotros mismos, a darles mayor importancia porque de esa manera demostrabas que eras una "buena" persona. Nos han alimentado con conceptos como: "debes compartir tus cosas con los demás". Sin importar que fueran las cosas que más querías, tus tesoros personales, pero más importante que eso, sin importar que es lo que pensabas y sentías. Además, podrías haber observado en tus padres algo muy poco coherente, como el hecho de que ellos no compartían sus “juguetes de adultos” con los demás. Te suenan algunas frases como "los niños callan cuando hablan los adultos" y que "debes saber cuál es tu lugar". Los niños se consideran hermosos e importantes por naturaleza, pero al llegar a la adolescencia los mensajes de la sociedad comienzan a echar raíces.
Indagar o cuestionar ideas como las anteriores, no significa estar haciendo un jucios sobre aquellas personas que nos las han transmitido, por que probablemente les fueron transmitidas de la misma forma. Aún cuando la intención no haya sido mala, las indirectas son sutiles. Empezando con nuestros padres, la familia, siguiendo con nuestros compañeros de la escuela y los amigos, el niño aprende estos encantadores modales sociales que son como la marca de ley del mundo de los adultos. Los niños nunca actúan así entre ellos a menos que sea para darles gusto a los mayores. Que digan siempre “por favor” y “gracias”, que hagan una venia, que se levanten cuando entra un adulto en la habitación, que pidan permiso para levantarse de la mesa, que aguanten las eternas caricias en las mejillas y las sobadas de cabeza de los adultos. El mensaje es muy claro: los adultos son importantes; los niños no cuentan. Los demás tienen importancia; tú eres insignificante. No puedes confiar en tus propia decisiones, y un sin fin de argumentos que reforzaban estas ideas, con la idea de que eso es recibir una “buena educación". Estas reglas encubiertas por la palabra "modales" te ayudaban a internalizar los juicios de los demás a expensas de tus propios valores. La sociedad y la industria nos envían mensajes constantemente que alimentan el concepto de que nuestra valoración debe sustentarse en el físico. Avergüénzate de estas características, nos dicen. Aprende a disfrazar el comportamiento, especialmente si disimula su verdadero yo con nuestro producto. ¡No se acepte a sí mismo tal como es y esconda su verdadero yo!. No se puede estar ante la televisión ni una hora sin recibir este tipo de mensajes. Si te subestimas, es porque has adquirido esa noción y te comparas con otros en cierto tipo de variables.

Amarse a sí mismo
El amor propio, el amarse a sí mismo, implica aceptarse a sí mismo reconociéndose como un ser humano valioso y porque así lo decide uno mismo. La personas que funcionan plenamente, no tienen como hábito protestar, estar todo el tiempo quejándose porque la calle tiene baches, ni porque el cielo está muy nublado o el hielo demasiado frío. No suelen pelear con la realidad, las cosas son como son, y quejarse no las va a cambiar. La felicidad implica no protestar por lo que no tiene remedio o por lo que no hay nada que hacer. La protesta y la queja son el refugio de la gente que desconfía de sí misma. Contarle a los demás las cosas que no te gustan de ti mismo contribuye a que tú sigas insatisfecho, lo único que ellos pueden hacer es negarlas, y entonces, tú no les crees. Así como lamentarse ante los demás es un acto inútil, aceptar que los demás abusen de ti cargándote con un bulto Ileno de problemas y autoconmiseración, tampoco ayuda a nadie. Una pregunta muy sencilla terminará generalmente con este comportamiento tan inútil como desagradable. "¿Por qué me estás contando esto?" o "¿ Hay algo que pueda hacer por ti para ayudarte a solucionar este problema?" Al hacerte a ti mismo esta pregunta, empezarás a darte cuenta de que la conducta de los lamentos es realmente una locura total. Es tiempo malgastado, tiempo que puede emplearse mejor practicando alguna actividad de autoestima como podría ser elogiarte un poco en silencio o ayudando a que otra persona pueda realizarse. Hay dos instancias en las cuales la queja es la peor de tus posibilidades: 1) Cada vez que le dices a alguien que estás cansado, y 2) Cada vez que le dices a alguien que no te sientes bien. Si estás cansado, puedes hacer distintas cosas para remediarlo, pero quejarte aunque sea a una sola persona, peor aún si esta persona es uno de tus seres queridos, es un abuso de confianza. Y no hará que te sientas menos cansado. Y el mismo tipo de lógica se puede aplicar a tu "no me siento bien".
No hemos dicho nada aquí sobre los casos en los que comunicar a los demás de que no te sientes bien puede significar que éstos te ayuden de alguna manera por más pequeña que sea. De lo que hablamos aquí es de las quejas a los demás en los casos en que éstos no pueden hacer nada por nosotros, más allá de escuchar nuestras quejas. Además, si realmente estás trabajando para aumentar tu amor por ti mismo, y sientes alguna molestia o dolor, querrás ocuparte tú mismo de esto, trabajar tú mismo con esto, en vez de elegir a alguien como apoyo y obligarle a compartir tu carga. Lamentarse de uno mismo es una actividad inútil que impide que vivas tu vida en forma positiva y eficiente. Te impulsa a tenerte pena a ti mismo e inmoviliza tus esfuerzos por dar y recibir amor. Más aún, disminuye tus oportunidades de mejorar tus relaciones afectivas y aumentar tus relaciones sociales. Y aunque logres atraer la atención de los demás sobre tu persona, lo lograrás de una manera que sin duda ensombrecerá tu propia felicidad. Si auténticamente te amas a ti mismo, entonces las quejas a los demás, que no pueden hacer nada por ti, se convierten en una actividad imposible de defender o justificar. Y si encuentras en ti mismo (y en los demás) cosas que te disgustan, en vez de quejarte puedes empezar inmediatamente a hacer lo necesario para corregir esa situación.

El amor es una palabra que tiene tantas definiciones como personas hay para definirlo. Pero qué te parece la siguiente definición: Amor es la capacidad y la buena disposición para permitir que los seres queridos sean lo que ellos elijan para sí mismos, sin insistir en que hagan lo que a ti te satisficiera o te gustase. Cuando hayas reconocido lo que vales y lo bueno que eres no tendrás necesidad de que los demás apoyen y refuercen tu valor y tus valores ajustando su conducta a tus instrucciones. Si estás seguro de ti mismo y tienes confianza en lo que piensas, no querrás ni necesitarás que los demás sean como tú. ¿Cómo puedes dar amor si no vales nada? ¿Qué valor tendría tu amor? Y si no puedes dar amor, tampoco puedes recibirlo. El estar enamorado, el poder dar y recibir, todas esas cosas empiezan con un ser que es capaz de amarse totalmente a sí mismo.
"Encontrarte a ti mismo, por ti mismo"
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