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Lo inesperado como maestro: Una mirada desde el confinamiento

Actualizado: 1 oct

por Aaron I. Perez

Blog Despertar Consciente


“A veces, lo que más necesitamos es lo que menos esperábamos.”
Las crisis inesperadas como parte de la vida.

En algún momento, todos nos hemos enfrentado a situaciones que nos toman por sorpresa: una llamada de emergencia, el fin de una relación, la pérdida de un empleo... Son eventos que solemos etiquetar como “problemas” o “crisis”. Y no es para menos: este tipo de circunstancias alteran nuestro estado emocional, nos sacuden internamente y pueden generar bloqueos profundos.


Para algunas personas este tipo de sucesos "negativos" son interpretados como producto de la “mala suerte", del "karma" o de una "vida injusta”. Surgen emociones intensas como el miedo, la rabia, la tristeza o la ansiedad. Para otras, inmersas en el ritmo acelerado que hemos normalizado, resulta difícil aceptar que algo las obligue a detenerse o a cambiar de rumbo. Nos aferramos tanto a nuestras rutinas que, sin darnos cuenta, las convertimos en dogmas personales.


Las crisis inesperadas tienen una característica común: nos obligan a romper con lo conocido. Nos sacan de nuestros paradigmas, nos empujan fuera de la zona de confort. Y eso, naturalmente, genera incomodidad. Pero también puede ser el inicio de una transformación.


Mujer con mascarilla toca una ventana, refleja pinos afuera. Fondo borroso, luz suave. Transmite nostalgia o espera.
2020: el año en que la vida nos pidió mirar hacia adentro.
El impacto emocional de lo inesperado

Cuando enfrentamos una situación inesperada, el cerebro activa el sistema límbico, especialmente la amígdala, que funciona como un detector de peligro. Esta estructura envía señales de alerta al resto del cuerpo, desencadenando una respuesta fisiológica inmediata: aumento del ritmo cardíaco, tensión muscular, sudoración, entre otros síntomas.


Este estado de alerta genera una cascada de pensamientos repetitivos y obsesivos, como mecanismo de supervivencia. El cerebro busca entender y controlar lo que no esperaba, lo que puede llevarnos a “rumiar” mentalmente la situación una y otra vez. Esta actividad está relacionada con la desregulación de la corteza prefrontal, que normalmente nos ayuda a razonar y tomar decisiones conscientes. Cuando estamos emocionalmente activados, esta zona se desconecta parcialmente, dificultando el pensamiento lógico..


A nivel corporal, el impacto se traduce en dolencias físicas como tensión muscular (cuello, espalda), dolor de cabeza, insomnio o molestias digestivas. Esto ocurre porque el eje hipotálamo-hipófisis-adrenales (HHA) se activa, liberando cortisol y adrenalina, las hormonas del estrés. Desde la neurociencia, se entiende que el cerebro no solo reacciona al evento inesperado, sino que lo interpreta emocionalmente según experiencias previas. El hipocampo, encargado de la memoria contextual, puede asociar la nueva situación con eventos pasados, intensificando la respuesta emocional.


En este contexto, tenemos dos caminos: vivir la experiencia desde el victimismo, donde el sistema nervioso permanece en modo defensa, o desde la maestría, donde aprendemos a regular nuestras emociones, reinterpretar la situación y activar circuitos de resiliencia. Esta elección no es solo filosófica, sino también biológica: entrenar al cerebro para responder con calma y conciencia es posible, y la neuroplasticidad lo respalda.


"Las crisis son necesarias, para que la humanidad avance" - Albert Einstein
Pandemia 2020: una crisis global y personal

Mientras escribo estas palabras, estamos atravesando como humanidad una situación totalmente inesperada: la pandemia por COVID-19, también conocida como "Coronavirus". Se trata de una crisis mundial que no distingue fronteras ni razas, y que nos está mostrando, con crudeza y claridad, que al final todos somos iguales.


Muchos están experimentando alteraciones en su estado de ánimo, precisamente porque esta situación nos ha sacado abruptamente de nuestras rutinas. En ese intento por sostener el paradigma en el que vivimos, aparece lo que comúnmente llamamos resistencia al cambio. Esa resistencia nos lleva a pensar en lo primero que haremos cuando todo esto termine: las próximas vacaciones, la siguiente fiesta, un concierto, la Navidad, la reunión con amigos… Solemos proyectarnos hacia el futuro, usando el presente como un trampolín con la única —y quizás inconsciente— intención de evadir el aquí y el ahora.


Otras personas, menos preocupadas por el futuro, más proactivas o creativas, enfocan su energía en buscar lo positivo que esta situación puede enseñarles. Tal vez han emprendido la búsqueda del “TOP de las 10 mejores cosas que hacer durante la cuarentena”: una nueva técnica de meditación, un método para el bienestar, un ritual para estar más tranquilos, las mejores películas, libros, organizar, limpiar, etc. Y está perfecto. No pretendo criticar la forma en que cada persona decide vivir esta experiencia, ni tengo la menor idea de cómo se debería vivir una situación inesperada. Por supuesto que no. Si todo eso te ayuda a mantenerte en un estado emocional de paz, está claro que es la mejor manera en que puedes transitar esta etapa. Pero si, a pesar de todo ello, tu estado emocional se ve alterado y te sientes estresado, podríamos estar ante un claro indicio de que necesitas otros recursos para afrontar lo que ha llegado a tu vida de forma inesperada.


Aunque la pandemia es una crisis global, también representa una crisis y un reto profundamente personal para cada uno de nosotros. Muchas veces pasamos la vida sin atendernos, arrollados por el ritmo y el estilo de vida que hemos construido. Nos cuesta detenernos un momento y cuestionar el propósito de las experiencias que la vida nos presenta. Vivimos dormidos.


Lo cierto es que esta situación, al obligarnos a recluirnos en casa, también nos está llevando hacia nosotros mismos. La vida nos está enseñando que no podemos seguir viviendo como lo hacíamos hasta ahora. Cada situación inesperada encierra un aprendizaje. Nos brinda la oportunidad de realizar un viaje desde el exterior hacia nuestro interior. Es un tiempo para hacernos preguntas:

  • ¿Qué implica para mí este cambio que me genera estrés?

  • Si las casualidades no existen, ¿cuál podría ser el significado de esta situación?

  • ¿Qué cambio me exige esta experiencia?

  • ¿Qué beneficios nos aporta esta situación?

Preguntas que nos invitan a practicar la autoindagación, reflexionar y conocernos más profundamente, pasando de lo general a lo particular. Necesitamos detenernos a pensar si somos, en parte, la causa de lo que estamos viviendo, y salir de la ilusión de que podemos tener el control absoluto de las cosas.


La oscuridad como oportunidad

Generalmente, son los momentos de oscuridad —como el que vivimos actualmente— los que nos permiten ver cómo se iluminan con luz propia aquellas cosas que antes no éramos capaces de percibir. Mil bendiciones y bondades que dábamos por sentadas dejaron de ser valoradas precisamente por esa razón.


Es momento de cuidarnos, de hacer lo que tenemos que hacer. Las cosas que deben suceder, sucederán. Pero no podemos dejar pasar la oportunidad de aprender, de ser conscientes de que si cambiamos nuestra consciencia y nuestra vibración, los cambios vendrán por sí solos.


La invitación es a que cada uno de nosotros perciba esta situación como una oportunidad para crecer y salir fortalecidos. Ahora más que nunca, el mundo necesita nuestra mejor versión, no solo para nuestro bienestar personal, sino también para el bienestar del planeta. Tenemos ante nosotros una gran oportunidad: sanar conflictos, emprender nuevos proyectos y transformar nuestra forma de vivir. ¿Cuál será el golpe tan fuerte que la vida tendrá que darte para que tomes la decisión de despertar?


Mujer con mascarilla y sudadera gris, hablando por teléfono y con gesto de preocupación. Fondo borroso en tonos oscuros.
Una mujer con mascarilla, claramente angustiada, conversa por su teléfono móvil durante la pandemia de 2020.

Este es el primer post que publico en este espacio, y nace desde mi propia experiencia de transformación. Si este tipo de reflexiones te resuenan, si sientes que estás atravesando una situación inesperada o que te cuesta gestionar tus emociones, te invito a que te unas a esta comunidad. En este blog compartiré los recursos, herramientas y aprendizajes que me han sido útiles en mi camino hacia el despertar. Aquí encontrarás contenido para reflexionar, conocerte, cuestionarte y crecer.


Puedes seguirme en redes como @aaronperezcoach para recibir frases, cápsulas de sabiduría y contenido complementario. Y si quieres recibir nuevos artículos directamente en tu correo, suscríbete al blog y acompáñame en este viaje de autoconocimiento. Gracias por leerme. Si este post te ha aportado algo valioso, compártelo con alguien que lo necesite.


Tu despertar también puede inspirar el de otros.
En tiempo de pandemia (poema)

Y la gente se quedó en casa. Y leyó libros y escuchó. Y descansó e hizo ejercicio. E hizo arte y jugó. Y aprendió nuevas formas de ser. Y se detuvo. Y escuchó más profundamente.

Algunos meditaban. Algunos rezaban. Algunos bailaban. Alguno se encontró con su propia sombra. Y la gente empezó a pensar de forma diferente. Y la gente se curó. Y en ausencia de personas que viven de manera ignorante, Peligrosas, miserables, oportunistas, Politiqueros sin sentido y sin corazón, La tierra comenzó a sanar. Y cuando pasó el peligro, y la gente se unió de nuevo, lloraron sus pérdidas, Y tomaron nuevas decisiones. Y soñaron nuevas visiones. Y crearon nuevas formas de vida. Y sanaron la tierra por completo, Tal y como ellos habían sido curados

Kitty O’Meara


Ahora es tu turno: ¿Cómo vives lo inesperado? Cuéntamelo en comentarios.


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