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Integrar las polaridades: el arte de dejar de luchar contra uno mismo

Actualizado: 6 oct

El conflicto de los opuestos

A menudo sentimos que no podemos ser dos cosas a la vez: fuertes y sensibles, disciplinados y flexibles, espirituales y racionales. Esta aparente incompatibilidad nace de creencias que nos hacen ver los opuestos como mutuamente excluyentes. Un ejemplo cotidiano: “No se puede ser espiritual y tener ambiciones materiales.” Y así, sin darnos cuenta, comenzamos a vivir desde la escasez de posibilidades, creyendo que solo podemos ser una cosa o la otra.


“El opuesto de una afirmación correcta es una afirmación falsa. Pero el opuesto de una verdad profunda puede ser también una verdad profunda.” — Niels Bohr

Hombre parado en carretera, observa ciudad dividida: izquierda iluminada y soleada, derecha oscura y contaminada. Contraste visual fuerte.
El dilema de las polaridades

Vivimos en un mundo de polaridades. Todo lo que existe tiene su opuesto: luz y oscuridad, frío y calor, orden y caos. El concepto se evidencia al trazar una línea horizontal, que crea "arriba" y "abajo". El problema no es la existencia de los opuestos, sino el conflicto que surge cuando nos identificamos con uno y rechazamos el otro. A menudo intentamos vivir en una sola polaridad, excluyendo la otra. Al identificarnos firmemente con un polo, paradójicamente, le damos más fuerza a su opuesto al intentar rechazarlo.


¿Qué es la polaridad?

La polaridad describe la tensión entre dos extremos que, aunque parecen contradecirse, en realidad se complementan. Como los polos de un imán, no pueden existir el uno sin el otro. Para que la materia exista, son necesarios los elementos positivos y negativos. En el plano físico, el calor y el frío son de la misma naturaleza, diferenciándose solo en grados. Lo mismo ocurre con otros opuestos: arriba y abajo, este y oeste, luz y oscuridad. El uno existe gracias al otro, dándose sentido mutuamente y conformando una realidad que trasciende sus manifestaciones individuales.


Persona frente a otra en ambiente oscuro; una con energía azul y fría, otra con energía roja y cálida, separadas por un símbolo en llamas.
Todo es dual

El Kybalión, texto clásico del hermetismo, lo expresa así:

“Todo es dual; todo tiene polos; todo, su par de opuestos. Los opuestos son idénticos en naturaleza, difiriendo solo en grado. Los extremos se tocan. Todas las verdades son semiverdades. Todas las paradojas pueden reconciliarse.”

Este principio también es central en la filosofía oriental. El budismo y el taoísmo chino, con su símbolo del yin y yang (taijitu), abordan la existencia de polaridades como inherentes a la condición humana, representando las partes esenciales de uno mismo y de las situaciones vitales. La personalidad se compone de múltiples facetas opuestas. La expansión armoniosa de una persona implica tolerar, aceptar y reconocer estas polaridades. En un debate, adoptar posturas extremas intensifica el posicionamiento y el encuentro con la polaridad opuesta. Cuanto más se desarrolla una polaridad, más evidente se vuelve su opuesto.


En el plano mental y emocional, ocurre lo mismo. Aunque consideramos que el amor y el odio son opuestos e irreconciliables, si aplicamos el principio de polaridad, veremos que no existe un estado absoluto. Hay incontables grados de amor y de odio, con un punto intermedio donde se mezclan. Lo mismo aplica para conceptos como el valor y la cobardía, o la introversión y la extroversión. Los pares de opuestos existen en todas partes; donde encuentres un polo, también encontrarás su opuesto.


Polaridades en la vida cotidiana

La mayoría de las personas, inmersas en el día a día, no perciben que nuestra vida se desenvuelve en un constante flujo de información. A menudo, en el "piloto automático" de la vida, pasamos por alto que cada relación y cada persona que llega a nuestra vida es una oportunidad para el autoconocimiento y para identificar las polaridades que recrean nuestra existencia.


Las polaridades se manifiestan en nuestras relaciones: en el trabajo, en la familia, en la pareja. Las relaciones de pareja son un claro ejemplo. Aunque creemos estar separados, todo se atrae y está interrelacionado. Las polaridades están unidas en una aparente separación. Todos los polos, aunque opuestos, son en esencia lo mismo.


Cada experiencia vivida y cada relación nos ofrece una valiosa oportunidad para descubrirnos a través de las polaridades que se nos presentan. Si te posicionas en una polaridad —por ejemplo, como “persona responsable”— atraerás a quienes representen el polo opuesto. Esto no es castigo ni casualidad. Es parte del equilibrio natural que busca el sistema. Y lo que ves en el otro, muchas veces, es el reflejo de lo que reprimes, no aceptas o juzgas en ti. Como suele decirse en algunos enfoques sistémicos:


“Tu grado de sumisión puede influir en el grado de dominación de quien te rodea. Tu nivel de orden puede atraer el desorden. Tu victimismo puede invocar a tus victimarios”

El verdadero problema no es que el universo equilibre los polos, sino que nosotros defendamos nuestro posicionamiento como “la verdad”, rechazando el polo opuesto como si fuera ajeno a nosotros.


La sombra y la proyección

Carl Jung llamó “la sombra” a esa parte de nosotros que negamos, reprimimos o juzgamos como inaceptable. Pero lo reprimido no desaparece: se proyecta. Lo vemos en los demás, lo criticamos, lo combatimos… sin darnos cuenta de que es una parte nuestra. Podríamos decir que el opuesto simplemente te está mostrando el lado que reprimes en ti. Cuando luchamos contra una polaridad externa, en realidad estamos luchando contra una parte interna que no hemos integrado. Lo que juzgas en el otro, lo estás rechazando en ti. Integrar la sombra no es fácil, pero es el camino hacia una autenticidad más profunda.


Mujer de cabello oscuro mirando un espejo ovalado en una habitación azul. Lleva blusa blanca, expresión pensativa. Ambiente sereno.
El espejo revela lo que negamos en nosotros mismos.

Trascender la dualidad

El conflicto desaparece cuando dejamos de tomar partido. Cuando dejamos de definirnos por oposición. Cuando comprendemos que no somos “esto o aquello”, sino “esto y aquello”.


“El camino a la iluminación se encuentra en el punto medio entre todos los opuestos.” — Buda
Hombre camina por calle iluminada en ciudad moderna con rascacielos. Pantallas y letreros neón. Ambiente crepuscular y brumoso. Emoción reflexiva.
Caminando entre luces y sombras, simboliza la integración de opuestos en la búsqueda de la iluminación.

Trascender no es eliminar los polos, sino integrarlos. Es dejar de vivir condicionado por el posicionamiento y comenzar a elegir desde la conciencia. La trascendencia se presenta como la clave para la integración de los opuestos. Nuestra conciencia se proyecta en el mundo, y la reconocemos a través de las polaridades. Es el exceso de polarización lo que genera conflicto, impidiendo que la persona encuentre su propio centro.


Otras perspectivas

Esta integración de opuestos también ha sido abordada desde perspectivas espirituales y humanistas. El Evangelio apócrifo de Tomás lo expresa con una belleza simbólica:


“Cuando hagáis de los dos uno, y hagáis el interior como el exterior y lo de arriba como lo de abajo… entonces entraréis en el Reino.”

Y Fritz Perls, desde la psicología humanista, nos recuerda:


“Falta de amor a mí mismo, cuando en el intento de complacerte me traiciono.

Falta de amor a ti, cuando intento que seas como yo quiero, en vez de aceptarte como realmente eres.”


📺 [Aquí puedes insertar tu video de YouTube]


  • ¿Y si dejaras de luchar contra lo que eres?

  • ¿Y si dejaras de juzgar lo que ves en el otro como algo ajeno?

  • ¿Y si entendieras que cada polaridad es una oportunidad para conocerte más profundamente?


💬 Ahora es tu turno.: ¿Qué polaridad estás listo para integrar en tu vida? Cuéntamelo en los comentarios.


Gracias por leerme. Si este texto resonó contigo, compártelo con alguien que también esté listo para dejar de luchar contra sí mismo.

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