La integración de las polaridades
- Aarón Pérez
- 21 may 2020
- 9 Min. de lectura
Actualizado: 27 nov 2020
Vivimos en un mundo polar, un mundo que se rige por los opuestos, en el que no puede existir lo negativo, sin lo positivo, lo masculino sin lo femenino, victima sin victimario. Si uno de los polos existe, su opuesto también. Si trazo una línea horizontal, se crea arriba y abajo. Si trazo una línea vertical, derecha e izquierda. Una línea curva, crea cóncavo y convexo. Un enchufe tiene dos polaridades, un positivo y un negativo. Nuestros padres y madres no fueron buenos ni malos, eran complementarios, polos opuestos, el espejo uno del otro, no se puede rechazar a uno, y aceptar al otro, se tienen que integrar. Los humanos llegamos a querer vivir solamente en una polaridad y excluir la otra. Cuando más me posiciono o identifico con una polaridad, más voy a querer excluir una polaridad, y de esa forma la estoy alimentado, le estoy dando más fuerza al oponer una fuerza en su contra. Vivimos bajo esa ley de complementariedad, las polaridades siempre se complementan. Todo el universo se complementa. La integración es el resultado de no posicionarse, la victima que permite ser victimizada, se esta convirtiendo en el victimario.

“Por lo tanto, un enemigo es tan deseable como un tesoro que, sin ningún esfuerzo de mi parte apareciera en mi propia casa, porque un enemigo es mi ayudante en el camino que conduce al despertar“– Shantideva
El concepto de las polaridades es un clásico de la filosofía oriental. El budismo, por ejemplo, habla de la existencia de las polaridades como unos de los tres tipos de sufrimiento, las cuales son inevitables e inherentes a la condición humana. Lo mismo expresa el taoísmo chino, que representa las polaridades en el taijitu, símbolo del yin y yang. Son las partes de uno mismo y de las situaciones esenciales de vida. Nuestra personalidad se compone de multitud de facetas opuestas, de polaridades que se desarrollan en todos los sentidos a partir de un centro. Cuando más se expande la persona armoniosamente, más tolera, acepta y reconoce sus polaridades. En un debate, si nos posicionamos en ideas muy extremistas, es señal de que nos estamos posicionando, y al encontrarnos con otra persona que tenga ideas extremistas como las muestras, pero que esten en la polaridad complementaria (opuesta), entre más intentamos establecer quien tiene la razón, más razones tendremos para mantener nuestra polaridad, nuestro posicionamiento. Entre más desarrollamos una polaridad, más nos encontramos con la polaridad opuesta

La manifestación dual de la realidad nos permite transitar de un estado emocional a otro. Estos estados son puramente cuestión de grados, y al comprobar el hecho se podrá elevar las vibraciones interiores a voluntad, cambiando su polaridad, haciéndose dueño de los propios pensamientos, en lugar de ser esclavo y servidor. Por ello, cuando nos definimos (identificamos, posicionamos) en una polaridad u otra siempre estaremos siendo inexactos e injustos con nosotros mismos. No existe el estado absoluto. Nadie es "divertido" o "aburrido", nadie es "bueno" o "malo", todos somos seres que transitan polaridades. Por ello, cuanto menos nos posicionemos, más flexibilidad y libertad tendremos para adaptarnos a lo que nos suceda.
Integrar los opuestos
Al integrar las polaridades podemos experimentar otra realidad, que no está definida por nuestro posicionamiento, sino por una decisión libre de condiciones.
¿Qué es la polaridad?
La idea de “polaridad” resume la situación que se produce cuando nos encontramos frente a opciones que consideramos excluyentes —o esto, o aquello— al igual que sucede con los polos de un imán: la diferencia irreconciliable entre el signo (+) y el signo (-). El principio de la polaridad describe que todo lo manifestado tiene dos aspectos, un par de opuestos con innumerables grados entre ambos extremos. Como se explica en el Kybalión, un libro sobre las enseñanzas fundamentales de todos los sistemas filosóficos: “todo es dual; todo tiene polos; todo, su par de opuestos; los semejantes y distintos son los mismos; los opuestos son idénticos en naturaleza, difiriendo solo en grado; los extremos se tocan; todas las verdades son semiverdades, todas las paradojas pueden reconciliarse”.
La polaridad en el plano físico.
Para crear la materia, se necesitan elementos positivos y negativos. Si nos fijamos en el plano físico, nos damos cuenta de que el calor y el frío son de la misma naturaleza y su diferencia consiste en una simple cuestión de grados. Las mismas palabras “arriba” y “abajo” no son más que polos del mismo aspecto; sucede igual con el este y el oeste, la luz y la oscuridad, oriente y occidente, grande y pequeño, ruido y silencio. El uno existe porque existe el otro, ambos se dan sentido y conforman una realidad que va más allá de sus manifestaciones.
La polaridad en el plano mental y emocional.
Igual sucede en el plano mental y emocional. El amor y el odio son considerados diametralmente opuestos, completamente diferentes e irreconciliables. Si aplicamos el Principio de Polaridad, encontraremos que no existe un amor absoluto o un odio absoluto, hay muchos grados de amor y de odio, y existe también un punto intermedio donde se mezclan de tal forma que es imposible distinguirlos. Lo mismo podríamos decir del valor y la cobardía o de la introversión y la extroversión. Los pares de opuestos existen por doquier. Donde encontremos una cosa, encontraremos también su opuesta: los dos polos.
La manifestación dual de la realidad nos permite transitar de un estado emocional a otro. Estos estados son puramente cuestión de grados, y al comprobar el hecho se podrá elevar las vibraciones interiores a voluntad, cambiando su polaridad, haciéndose dueño de los propios pensamientos, en lugar de ser esclavo y servidor. Por ello, cuando nos definimos (identificamos, posicionamos) en una polaridad u otra siempre estaremos siendo inexactos e injustos con nosotros mismos. No existe el estado absoluto. Nadie es "divertido" o "aburrido", nadie es "bueno" o "malo", todos somos seres que transitan polaridades. Por ello, cuanto menos nos posicionemos, más flexibilidad y libertad tendremos para adaptarnos a lo que nos suceda.
Las polaridades en las relaciones.
Un claro ejemplo sobre las polaridades son las relaciones de pareja. Creemos que estamos separados del mundo y de las demás personas, pero no lo estamos. Todo se atrae en el mundo, todo está interrelacionado. Las polaridades están unidas en una aparente separación. Una mujer no sabría que es mujer si no existiera el hombre. No tenemos ningún conflicto con nuestras parejas. La forma de saber el problema que tenemos es explicar el problema que tiene el otro, nuestra polaridad. Todos los polos, aunque son opuestos, son en esencia lo mismo.

Dentro de nuestra familia, en las relaciones sentimentales, en el grupo de trabajo o con nuestros amigos todos manifestamos polaridades que han de equilibrarse en un proceso llamado homeostasis. Nuestro posicionamiento influye y determina el de los demás. Por ejemplo, tu grado de sometimiento influirá en el grado de dominación de quien te rodea, tu grado de responsabilidad podrá influir en la irresponsabilidad de otros, etc... Equilibrando tus polaridades puedes influir y alterar el posicionamiento del sistema.
La integración de las polaridades.
La incompatibilidad entre las polaridades (opuestos) hace que la persona tenga la sensación de que no puede alcanzar simultáneamente los objetivos que pretende cada una de esas partes. Se trata siempre de creencias sobre conductas mutuamente excluyentes, al menos aparentemente. Ejemplo: “No se puede mantener el peso y comer dulces”. Esta forma de conflicto intrapersonal se produce cuando diversos aspectos o “partes” de una persona, inspiran o guían comportamientos que son excluyentes. como afirma el físico Niels Bohr “Hay dos tipos de verdad. En la verdad superficial, el opuesto a una declaración verdadera es falso. En el tipo de verdad más profunda, el opuesto de una declaración verdadera es igualmente verdadero.”
En la actualdiad, lo que se plantea es la transcendencia como la integración de los opuestos. Nuestro estado de conciencia se proyecta en el mundo y lo podemos reconocer a través de las polaridades. Es el exceso de polarización lo que produce el conflicto, ya que la persona no puede encontrar su propio centro. Al salir de la dualidad, al reunificar las polaridades, podemos experimentar otra realidad, que no está definida por nuestro posicionamiento, sino por una decisión libre de condicionantes.
"El camino a la iluminación se encuentra en el punto medio entre todos los opuestos”. - Budha.

¿Sabías que tus relaciones proyectan tus polaridades?
La mayoría de los seres humanos, por estar inmersos en el mundo de la corriente, no perciben que nuestra vida se desarrolla en un constante flujo de información y que las relaciones que tenemos nuestro entrono (trabajo, familia, padres, hermanos, amigos, compañeros, pareja) y las experiencias que vivimos simplemente responden a lo que proyectamos, como un espejo. Lo que vemos en el otro, no está en el otro, está en nosotros y tiene que ver con nuestras polaridades (opuestos). Nos hacemos preguntas de ¿por qué me sucedió esto o aquello?, desde una vibración energética baja, como el miedo o el victimismo, (no significa que no podamos o no debamos sentirnos alguna vez así, pero no siempre) y nos quedamos con las lamentaciones, la queja, cuando tenemos la maravillosa oportunidad de descubrirnos a través de las experiencias vividas, la polaridad, que nos presenta la situación, o el otro, ¿cuáles son los paradigmas o creencias limitantes que guardamos en el subconsciente?
No obstante, en la rueda del hámster (piloto automático) se pasa desapercibido que cada relación y cada persona que llega a nuestra vida es una oportunidad para conocernos a nosotros mismos y descubrir cuáles son las polaridades que recrean nuestra vida. La idea de la “polaridad” resume la situación que se produce cuando nos encontramos frente a opciones que consideramos excluyentes –o esto o aquello— al igual que sucede con los polos de un imán: la diferencia irreconciliable entre el signo (+) y el signo (-).
El principio de la polaridad describe que todo lo manifestado tiene dos aspectos, un par de opuestos con innumerables grados entre ambos extremos, como lo subraya en el Kybalión, (un documento o del siglo XIX que resume las enseñanzas sobre las leyes del universo y cómo se comporta de manera energética, también conocido como leyes del hermetismo, conocidos como los siete principios del universo, cuyas enseñanzas se atribuyen a un alquimista místico, llamado Hermes Trismegisto, cuya existencia se estima antes de la época de los faraones) “Todo es dual; todo tiene polos; todo, su par de opuestos; los semejantes y distintos son los mismos; los opuestos son idénticos en naturaleza, difiriendo solo en grado; los extremos se tocan; todas las verdades son semiverdades, todas las paradojas pueden reconciliarse”. Un claro ejemplo sobre las polaridades son las relaciones de pareja. ‘’Creemos que estamos separados del mundo y de las demás personas, pero no lo estamos. Todo se atrae en el mundo, todo está interrelacionado. Las polaridades están unidas en una aparente separación. Una mujer no sabría que es mujer si no existiera el hombre. No tenemos ningún conflicto con nuestra pareja. La forma de saber el problema que tenemos es explicar el problema que tiene el otro, nuestra polaridad. Todos los polos, aunque son opuestos, son en esencia lo mismo’’

Nuestro posicionamiento influye y determina el de los demás. Por ejemplo, si te posicionas en la polaridad de “ser buena persona”, eso influirá en el grado de “malas personas” de quienes te rodean. El punto es que para posicionarte necesitas cumplir con ciertos criterios, con ciertos parámetros, y para eso tienes que tener en tu mente el concepto de su opuesto, y eso establecerá los prejuicios bajos los cuales vas a juzgar a las personas que están en tu entorno. Tu no puedes determinar si eres buena persona, si no atraes a tu vida personas que se encuentran en la polaridad contraria, con las cuales tu puedes compararte y posicionarte como “buena persona”. Si te posicionas en el victimismo, atraerás a tu victimario(s), si te posicionas en ser una persona ordenada, entre mas al extremo lleves tu posicionamiento, atraerás a tu vida mas personas desordenadas. Esto pasa por que el universo siempre busca el equilibrio, por lo tanto, la ley de complementariedad es una ley natural del universo. El verdadero problema no es que el universo entre más te posiciones en un polo (-), para mantener el equilibrio del sistema tienen que poner en tu vida una persona que se posicione tanto como tú, pero en el lado opuesto (+), o a las personas que sin estar posicionadas de forma tan extrema o radical en el opuesto (+), logren equilibrar el sistema. Lo irracional que alimenta el problema es que, ante un posicionamiento, defendamos y luchemos por establecerlo como la verdad ante la polaridad opuesta, en la creencia de que tu opuesto es diferente a ti.
Esto es lo que al final, es la forma en que hemos creado un mundo de diferencias, en los que luchamos y defendemos nuestra opinión, nuestras ideas, nuestros conceptos, nuestras creencias, nuestros valores al creer que el opuesto tienen que ser eliminado, sin ser conscientes que es nuestro posicionamiento el que esta alimentado al opuesto, sin ser conscientes que nosotros estamos creando el polo opuesto al posicionarnos. El opuesto simplemente te esta mostrando el opuesto que reprimes en ti, al juzgarlo como algo que no deseas como parte de tu personalidad, y al reprimirlo lo estas mandando a tu inconsciente, mismo que proyectas en los demás, en lo que el psicólogo Carl Jung denominaba “la sombra”.
Evangelio apócrifo de Tomás:
Jesús les dijo: "Cuando hagáis de los dos uno, y hagáis el interior como el exterior y el exterior como el interior y lo de arriba como lo de abajo, y cuando establezcáis el varón con la hembra como una sola unidad de tal modo que el hombre no sea masculino ni la mujer femenina, cuando establezcáis un ojo en el lugar de un ojo y una mano en el lugar de una mano y un pie en el lugar de un pie y una imagen en el lugar de una imagen, entonces entraréis en el Reino"
Carta al amor propio: Yo soy yo. Tú eres tú.
Yo soy Yo y Tú eres Tú
Yo no estoy en este mundo para cumplir tus expectativas y,
Tú no estás en este mundo para cumplir las mías.
Tú eres Tú y Yo soy Yo.
Si en algún momento o en algún punto nos encontramos,
y coincidimos, es Hermoso.
Si no, pocas cosas tenemos que hacer juntos.
Tú eres Tú y Yo soy Yo.
Falta de amor a Mí mismo,
cuando en el intento de complacerte me traiciono.
Falta de amor a Ti,
cuando intento que seas como yo quiero.
En vez de aceptarte como realmente Eres.
Tú eres Tú y Yo soy Yo.
Fritz Perls, (neuropsiquiatra psicoanalista)
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