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Amor: el ingrediente central de una relación con propósito



En el centro de una relación con propósito está el amor. Pero se trata de algo más que de ser capaz de pronunciar las palabras “te amo”, palabras que utilizan las personas que incluso se hieren y maltratan todos los días. Amor es dar, no tiene nada que ver con lo que se recibe. Amor es un proceso interior que se aplica a una relación. La piedra angular de una relación con propósito es el amor, que significa dar.


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“El amor es lo más importante de la vida. Pero, ¿qué queremos decir cuando decimos "amor"?. Desde luego, no es amor amar a alguien porque esta persona te ama a su vez. Amar es sentir un inmenso cariño sin pedir nada a cambio. Podemos ser muy inteligentes, podemos aprobar todos los exámenes, doctorarnos y alcanzar una alta posición, pero si carecemos de esta sensibilidad, de este sentimiento de simple amor, nuestro corazón estará vacío y seremos desdichados durante el resto de nuestra vida” - J. Krishnamurti en Think on These Things


Este ingrediente del amor, en el sentido de dar, está en la definición misma del propósito y es el factor último en la creación de relaciones milagrosas. Incluso en el acto sexual, las relaciones más gratificantes y satisfactorias son aquellas en las que sabemos que estamos dando sin pedir nada a cambio. Saber que estás satisfaciendo a tu pareja de manera real y auténtica es lo único que se requiere para que una relación sexual sea perfecta. Cuando nos ponemos a pensar en nosotros mismos o en lo buenos amantes que somos o en lo mucho que nos excitamos, estamos apartándonos del propósito y regresando a los resultados que pueda aportar nuestra actividad sexual. El amor perfecto cuando se da, carece de magia cuando la mente está atenta a recibir. Este ingrediente de generosidad no se limita ni muchos menos a la parte sexual de nuestras relaciones. Es aplicable a todos los niveles, incluso en aquellas relaciones en las que el sexo no desempeña papel alguno. Del mismo modo que cuando se exprime una naranja se obtiene sólo lo que hay dentro de ella, si hay amor dentro de ti esto es lo único que darás. Y cuando damos amor nuestra sensibilidad es distinta, es una sensibilidad que nos permite ver a todas las personas no en cuanto a su forma sino en cuanto al alma que hay detrás de la forma. Empiezas a ver la plenitud de Dios en todos aquellos con quienes te cruzas, y el carácter de tus relaciones con los demás adquiere el fulgor de la realidad mágica.



Vemos a nuestros hijos y a todos los niños no en función de lo que están haciendo, ni de su buena o mala conducta, sino de lo que hay detrás, de su parte invisible, del alma que hay en ese joven cuerpo. Si te diriges a esa alma con amor y esto es lo que irradias hacia ella, ella a su vez te responderá con amor. Se tienen relaciones afectivas con los demás porque se aporta amor y no porque se busque amor de ellos. Los miembros de tu familia con quienes has tenido unas relaciones difíciles ya no son motivo de desdén por tu parte. Tu ira y tu negatividad han desaparecido, sustituidas por un amor que no juzga. Para esto no son necesarios largos años de terapia ni tampoco grupos de ayuda, medicamentos o hierbas especiales. Lo que hace falta es simplemente que te conviertas en un ser primero espiritual y luego físico. Esto puede suponer experimentar un satori (un despertar instantáneo), gracias al cual te llenes de amor, no pidas nada de nadie con quien te cruces, en ninguna de tus relaciones, y des ese amor sin preguntar qué sacas tú con ello. Irónicamente, una vez te hagas este tipo de propósito recibirás muchas cosas de las que tu vida carecía en gran medida, De repente, los padres que sólo ayer parecían tan imposibles ya no son juzgados por ti.


Les das amor y les perdonas todo lo que albergabas en tu invisible memoria te recuerdas a ti mismo que han hecho sólo lo que podían hacer teniendo en cuenta las condiciones de su vida en aquellos momentos y que no se puede pedir de nadie más que eso. Les prodigas tu amor, dejas atrás lo que antes juzgabas y, de manera milagrosa, tu relación con tus padres sufre una transformación. También tus relaciones con los amigos o con los colegas pueden mejorar espectacularmente con este nuevo enfoque: dar. Cuando surja un conflicto, deja a un lado tus pensamientos negativos y, en lugar de ellos, ofréceles amor. Al hacer esto producirás un cambio en el entorno real, que pasará de la hostilidad a la serenidad. Así es cómo empiezan a desaparecer los conflictos y a emerger las soluciones. Una persona afectiva y consciente que se niega a utilizar la mente para tener pensamientos negativos de odio puede en verdad incidir en su entorno físico. Cuando responde sin sentirse amenazado y comunicas en cambio tu conocimiento interior de una manera apacible y afectuosa, los desafíos no pueden moverte. Has creado un milagro en esa relación.



Este modo de abordar las relaciones es básicamente una forma de abordar la vida y ser fiel a nuestro propósito, saber que estamos aquí para servir. Si desviamos de tu curso, podemos simplemente preguntarnos: ¿Cómo puedo ser útil en esta situación?, para escuchar la respuesta, simplemente renuncia a demostrar lo que vales, aparta tu ego de la situación y prodiga amor. Esto es algo tan básico que me sorprende que sean tan pocos los que son conscientes de ello. Es la regla de oro de la acción. Da amor, incluso al extraño con quien te cruzas cuando vas de paseo. Seguro que es así como te gustaría que te trataran a ti.


Ahora es tu turno: ¿Tus relaciones estan centradas en el amor o el miedo? cuéntamelo en comentarios.


Gracias por leerme, si te ha gustado compártelo


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