Reseña: Sobrenatural
- Aarón Pérez
- 18 jul 2024
- 25 Min. de lectura

"Gente corriente haciendo cosas extraordinarias"
¿Cómo podemos acceder a extraordinarios poderes en la vida diaria?
El universo, nuestros cuerpos y las circunstancias de la vida son de determinada manera a causa de la consciencia y del modo en que nos concebimos a nosotros mismos en este plano de la experiencia. Cuando experimentamos por nosotros mismos o a través de otra persona algo que antes nos parecía imposible, nos liberamos de nuestras certezas de un modo que nos permite trascender los límites de la vida que conocemos. La historia de la humanidad esta llena de relatos de personas cuyas experiencias los llevaron más allá de los límites de lo que se creía posible. Desde la longevidad de Li Ching-Yuen, quien vivió 256 años, hasta la curación espontánea de infinidad de enfermedades, documentadas por el Instituto de Ciencias Noéticas (IONS, del inglés Institute of Noetic Sciences), las pruebas indican con absoluta certeza que no somos lo que se nos hizo creer en el pasado, sino mucho más de lo que jamás nos hemos atrevido a imaginar.
Según va calando entre la población la idea de que el ser humano posee un potencial desconocido, la pregunta ha dejado de ser “¿Hasta dónde podemos llegar?” para convertirse en “¿Cómo hacemos para acceder a esos extraordinarios poderes en la vida diaria?. La respuesta a esos interrogantes constituyen la base de “Sobrenatural”, un libro en el cual su autor, Joe Dispenza, con un estilo sencillo, directo y accesible, ha logrado reunir en un solo volumen los revolucionarios descubrimientos de la ciencia cuántica y las trascendentes enseñanzas a las que los místicos del pasado dedicaron su vida: nos muestra cómo convertirnos en seres sobrenaturales.

Algunos datos de “Sobrenatural”
Sobrenatural, es un manual único en su género que se propone acompañarnos en un viaje paso a paso y a nuestro propio ritmo, hacia la máxima expresión de nuestro potencial en aspectos que van desde el cuerpo, la salud. las relaciones y el propósito vital.
“Sobreantural” es el cuarto libro del Doctor Joe Dispenza, en español es impreso por la editorial Urano, con la traducción de Victoria Simó Perales. Fue publicado el 19 de Marzo del 2018, cuenta con 408 paginas y es considerado un libro de autoayuda, crecimiento personal, autoconocimiento, espiritualidad, meditación y visualización.

Acerca de su autor:
Joe Dispenza es doctor en Quiropráctica, cientifico, investigador, conferenciante, consultor corporativo, escritor, profesor y un místico contemporáneo. Como divulgador e instructor, lo impulsa la convicción de que cada uno de nosotros posee el potencial necesario para llevar a cabo grandes proezas y desarrollar capacidades ilimitadas. Con un estilo cercano, estimulante y empático, ha enseñado a miles de personas a transformar los circuitos de su cerebro y a modificar las condiciones de su cuerpo para generar cambios duraderos. Es autor de los libros: Desarrolla tu cerebro: la ciencia de cambiar tu mente, El placebo eres tú: descubre el poder de tu mente y Deja de ser tú: la mente crea la realidad, centrados en la neurociencia del cambio y la epigenética. Sus apariciones en la televisión incluyen HEAL (2017); E-Motion (2014); Sacred Journey of the Heart (2012); People v. The state of Illusion (2011); What IF (¿Y tu que sabes?) (2010); Unleashing Creativity (2009). El doctor Dispenza es licenciado en Ciencias por la Evergreen State College y doctorado en Quiropráctica por la Universidad Life. Sus estudios de postgrado incluyen neurología, neurociencia, química y función cerebral, biología celular, formación de memoria, envejecimiento y longevidad.
Que puedes encontrar en “Sobrenatural”
Cuando percibimos la presencia de una circunstancia estresante (real o imaginaria) que nos amenaza en algún sentido, al instante nuestro organismo se pone en marcha liberando hormonas de estrés para movilizar una gran cantidad de energía y disponer de los recursos que necesita para afrontar dicha amenaza. Se trata de una reacción sana y natural, en tiempos prehistóricos era una respuesta adaptativa que nos ayudaba a seguir con vida, tal vez nos persiguiera un depredador y teníamos que decidir a toda prisa si luchar, huir o escondernos. Cuando entramos en modo supervivencia, definimos la realidad a partir de los sentidos. Las hormonas del estrés nos inducen a enfocar toda la atención en el mundo exterior, porque ahí acecha el peligro. A corto plazo, todos los organismos pueden tolerar las condiciones adversas que requiere luchar, esconderse o huir de una circunstancia estresante. Cuando el peligro cesa, el cuerpo vuelve a la normalidad en cuestión de horas. Sin embargo, cuando el factor de estrés prevalece, el cuerpo jamás recupera el equilibrio, eso precisamente es el estrés.
Ningún organismo soporta vivir en condiciones de emergencia durante largos periodos. En la actualidad, tras una llamada o email del jefe o de un miembro de la familia que nos suscita una fuerte reacción emocional, los primitivos mecanismos de huida o lucha se activan y reaccionamos igual que si nos persiguiera un depredador. Esas reacciones se prolongan en el tiempo de manera automática, porque la amenaza externa no desaparece. Esa situación de estrés crónico no es adaptativa. Permanecemos en estado de alerta en lugar de volver a la normalidad. Cuando se prolonga en el tiempo hay muchas probabilidades de que acabemos enfermos, porque el estrés a largo plazo regula a la baja la expresión sana de los genes. De hecho, nuestros cuerpos se acostumbran a la descarga química hasta tal punto de que se vuelven adictos a ella. Cuando eso sucede, acostumbras al cerebro a que se active a partir de una pauta desordenada e incoherente, lo que le resta eficacia. Si tu cerebro no funciona óptimamente, tú tampoco lo harás.
Los seres humanos tenemos la capacidad de reflexionar sobre nuestros problemas, revivir situaciones o prever catástrofes; lo que desencadena una cascada de reacciones químicas relacionadas con el estrés. Las experiencias no sólo desarrollan los circuitos cerebrales, también suscitan emociones. Nos basta recordar un episodio perturbador o tratar de prevenirlo para provocar grandes desequilibrios en el cerebro y el organismo. Las emociones son consecuencias químicas de experiencias pasadas. Recordamos mejor los acontecimientos cuando evocamos cómo nos sentimos al experimentarlos. Cuanto más alto es el impacto emocional de una experiencia (ya sea positivo o negativo), más profunda es la marca que dejara en tu cerebro y mayor será el cambio en la química interna. Los recuerdos se generan a partir de la interacción con el mundo exterior, así se forma la memoria a largo plazo. Si aprender significa crear nuevas conexiones en el cerebro, los recuerdos surgen de mantener esas conexiones. Cuantas más veces repites un pensamiento, una decisión, una conducta, una experiencia o una emoción, más neuronas se activan y se conectan prolongando sus relaciones a largo plazo. El único lugar en el que existe el pasado realmente es en el cerebro y en el cuerpo. De modo que nuestro estado de consciencia (cómo pensamos y cómo nos sentimos) queda biológicamente atrapado en el pasado.
Si quieres protagonizar una experiencia sobrenatural (regenerar tu cuerpo, crear insólitas experiencias que nunca habías imaginado) tendrás que empezar por familiarizarte con la idea del "instante presente". Muchas personas pasan buena parte de su vida escogiendo de manera inconsciente vivir a partir de las mismas rutinas, recreando el pasado y sintiendo lo mismo. Programando su cerebro y su cuerpo para expresar un futuro previsible o un pasado conocido, sin vivir nunca el presente. Desde una perspectiva científica, la mente es el cerebro en funcionamiento. Empleas un aspecto determinado de la mente para ejecutar cada una de las actividades que seguramente has realizado cientos de veces, de modo que tu cerebro recurre a una zona muy específica cada vez que las realizas. Recurres a una secuencia, un patrón y una combinación específica de redes neuronales que trabajan en comunidad porque has ejecutado esa misma acción en numerosas ocasiones. En su mayor parte, el cerebro es un producto del pasado. Está diseñado y moldeado para convertirse en un documento viviente de todo lo que has aprendido y experimentado hasta este momento.
En el instante en que piensas (o recuerdas) algo, se origina una reacción bioquímica en tu cerebro que lo lleva a liberar señales químicas que se reflejan en tu cuerpo en forma de sensaciones. Generas pensamientos que expresan esas sensaciones, lo que induce a tu cerebro a producir sentimientos acordes a eso pensamientos. Antes de que te des cuenta, estás inmerso en un círculo vicioso en el que tu pensamiento crea sentimiento y tu sentimiento genera pensamiento. Si los pensamientos son el lenguaje del cerebro y las emociones el lenguaje del cuerpo, y si el ciclo pensamiento-sentimiento se convierte en el estado de tu ser, entonces tu forma de ser pertenece al pasado. Tu cerebro con el tiempo, se acostumbra a pensar de manera automática y condicionas a tu cuerpo a vivir en el pasado. Si esas emociones controlan tus pensamientos y no eres capaz de trascenderlas, pensaras en pasado. Y si esas antiguas emociones influyen en las decisiones que tomas a lo largo del día, en las conductas que exhibes o las experiencias que vas a crear, el resultado es predecible y tu vida seguirá siendo la misma.
Un hábito es una serie redundante de pensamientos, conductas y emociones inconscientes que se adquiere a base de repetición. Si repites esas mismas rutinas una y otra vez, se convertirán en un hábito. Con el tiempo, el cuerpo remplaza la mente. Has repetido una misma rutina tantas veces que el cuerpo, de manera automática, sabe hacer ciertas cosas mejor que el cerebro o la mente consciente. Tu cuerpo te arrastra al mismo mañana predecible, basado en lo que has hecho a diario. Generas los mismos pensamientos, tomas las mismas decisiones que te llevan a conductas idénticas y creas las mismas experiencias que producirán las mismas emociones. Con el tiempo, esa rutina se graba en tu cerebro condicionando emocionalmente a tu cuerpo a vivir en un tiempo que quedó atrás; y ese pasado se convierte en tu mañana. Si sigues la misma rutina, no es arriesgado decir que tu futuro se parecerá mucho al pasado. De hecho, si sucede algo insólito o inesperado, es probable que el cambio de rutina te ponga de mal humor. En una vida previsible no cabe lo desconocido. Cuando eres capaz de predecir lo que vas a sentir, seguramente vas a crear más de lo mismo. Estas en piloto automático, y en caso de que no seas capaz de presagiar el sentimiento que te producirá una vivencia es muy probable que tiendas a evitarla.
Todo lo que forma parte del universo (incluido tu) emite o está compuesto de luz e información o energía y consciencia, que es otro modo de describir la energía electromagnética. Cuando una emite poca luz e información, la materia se incrementa y emite menos energía vital. Por más que veas solo materia a tu alrededor, existe también un mar de infinitas frecuencias invisibles que transportan información codificada. El círculo vicioso que forman pensamiento y sentimiento genera también un campo electromagnético medible que rodea el cuerpo. La investigación extensiva demuestra que las células corporales y los diversos sistemas no sólo se comunican a través de las interacciones químicas que conocemos, sino también a través de un campo de energía coherente (luz) que transporta un mensaje (información), a partir del cual el entorno interno y externo de la célula envía señales a otras células y sistemas biológicos. De hecho, el cuerpo humano emite constantemente luz, energía o frecuencias que transportan un mensaje, una información o una intención específica. De igual modo, recibimos continuamente información que nos llega a través de distintas frecuencias, igual que una radio o un teléfono móvil. Toda frecuencia transporta información. La mayoría de las frecuencias escapan a nuestra percepción, hay mucha información a nuestro alcance, al margen de la que podemos percibir con los ojos físicos. Si no cobramos consciencia de que están ahí, no existen para nosotros. En el momento en que acallas la mente pensante y analítica para sintonizar con esta información más ordenada y coherente, tu cuerpo, de manera automática, reacciona procesando un nuevo flujo de consciencia y energía. Si recreamos el pasado día tras día, generando los mismos pensamientos y experimentando las mismas emociones, emitimos el mismo campo electromagnético una y otra vez. Desde una perspectiva centrada en la energía y en la información, eso significa que la energía del pasado transporta constantemente el mismo tipo de información, lo que no deja espacio para el cambio en el futuro. Si queremos transformar la vida, tenemos que cambiar la energía; modificar el campo electromagnético que emitimos. Transformar nuestra forma de pensar y de sentir. Igual que tu cuerpo ha seguido a tu mente a todas las experiencias conocidas de tu vida, si empiezas a enfocar tu atención y energía en lo desconocido, tu cuerpo será capaz de seguir a tu mente a ese nuevo espacio a una nueva experiencia de futuro.
Si llevas años condicionando a tu cuerpo para que reproduzca un mismo ciclo de pensamiento y sentimiento, has desarrollado sin darte cuenta una adicción a esas emociones. De modo que una mejora en el entorno externo, como podría ser un nuevo trabajo, no necesariamente romperá la adicción, igual que un adicto a las drogas no dejará de serlo por el mero hecho de ganar la lotería o mudarse a Hawái. A causa del bucle pensamiento-sentimiento descrito, antes o después (en cuanto la experiencia pierde la novedad) la mayoría de la gente vuelve a su estado emocional habitual, y el cuerpo cree hallarse otra vez inmerso en la misma experiencia de siempre que creó las emociones primitivas. Tal vez el entorno exterior haya cambiado, pero el cuerpo tiende a hacer más caso de su química interna que de sus circunstancias externas, así que permanece emocionalmente atascado en el antiguo estado del ser, incapaz de superar la adicción a esas viejas emociones. Lo que equivale a decir que sigues viviendo en el pasado, En resumen, nada cambia en tu salud ni en tu vida. Para favorecer cambios reales y duraderos tenemos que ser capaces de trascender nuestros sentimientos. No necesitas medicamentos ni sustancias exógenas para curarte. Algo tan sencillo como entrar en un estado superior de alegría, amor, inspiración o gratitud durante un periodo de entre cinco y diez minutos diarios puede provocar cambios epigenéticos significativos en tu salud y en tu cuerpo. Lo que piensas y cómo te sientes crea literalmente tu realidad personal. Si tus pensamientos y sentimientos están configurados por lo que ya conoces, seguirás creando la misma vida una y otra vez. Puede decirse que tu personalidad ya no define tu realidad personal, sino que tu realidad personal define tu personalidad. El ambiente externo controla tus pensamientos y sentimientos. Reproduces las mismas experiencias porque llevas tu atención (pensamientos) y tu energía (sentimientos) al mismo sitio una y otra vez. Además, cuando depositas toda la atención y energía en el mundo exterior y reproduces las mismas condiciones, tu mundo interior se desequilibra y tu cerebro empieza a experimentar dificultades para funcionar de manera eficaz. En resumen, te conviertes en una víctima de tu vida en lugar de ser el creador.
Desde un punto de vista energético, toda enfermedad se debe al descenso de la frecuencia del campo de luz y a un mensaje incoherente. Cada uno de los ocho centros de energía corporales, poseen una energía específica que transporta un nivel de consciencia determinado. Cuando cada uno entra en funcionamiento, moviliza hormonas, compuestos químicos y también emiten energía. Nuestros cuerpos están diseñados para emplear la energía de cada uno de ellos. Los tres primeros centros energéticos están relacionados con la supervivencia. Se expresan a través del poder, la agresividad, la fuerza y la competición con el fin de que podamos sobrevivir a las condiciones del entorno para alimentarnos, procrear y asegurar la supervivencia de la especie, a diferencia de los cinco centros superiores, que representan nuestra naturaleza altruista y se expresan a través de pensamientos y emociones generosos. Cuando el cerebro entra en incoherencia a causa de las hormonas del estrés, envía también un mensaje incoherente (como una radio mal sintonizada) por el sistema nervioso central a cada uno de los plexos de neuronas que se encargan de la comunicación con el cuerpo. En consecuencia, cuando los cerebros particulares se tornan incoherentes, las distintas zonas del cuerpo asociadas a éstos entran en incoherencia también. Y cuando los sistemas no funcionan bien, nosotros no funcionamos bien.
Desde que los primeros humanos empezaron a dibujar sus relatos en las paredes de sus cuevas y en tablillas de piedra, el corazón aparece, en todas las historias como símbolo de salud, sabiduría, intuición, guía e inteligencia superior. En el siglo XVII el filósofo francés René Descartes argumento que la mente y el cuerpo eran dos sustancias totalmente distintas. A causa de este enfoque mecanicista del universo, la gente empezó a contemplar el corazón como una máquina extraordinaria. El funcionamiento del corazón en tanto que bomba extractora empezó a eclipsar su naturaleza de vínculo con una inteligencia innata. A través de la investigación científica, el corazón dejó de ser reconocido como la conexión del ser humano con sus sentimientos, sus emociones y su ser superior. Sólo gracias a una nueva vertiente de la ciencia, desarrollada a lo largo de las últimas décadas, hemos empezado a reconsiderar, entender y reconocer el verdadero papel del corazón como generador de campos electromagnéticos y vínculo con el campo unificado. Sabemos que el corazón, al margen de su papel evidente para mantener la vida, no es una mera bomba muscular que envía sangre al cuerpo, sino un órgano capaz de influir en nuestros sentimientos y emociones. Se trata de un órgano sensorial que nos orienta en la toma de decisiones al mismo tiempo que contribuye a nuestra comprensión de nosotros mismos y de nuestro lugar en el mundo. Pocos cuestionan la premisa de que, si conectamos con el conocimiento interno del corazón, podemos acceder a su sabiduría como fuente de amor y guía superior.
Casi todo el mundo reconoce que los más elevados sentimientos del corazón nos conectan con la consciencia del amor. Todos esos sentimientos nos colman y nos hacen sentir más plenos y conectados, a diferencia de las emociones del estrés que dividen comunidades y merman nuestra energía vital. El problema radica en que esos sentimientos superiores a menudo surgen por azar, en lugar de ser algo que podamos evocar a voluntad. No cabe duda de que supone un gran desafío conservar el equilibrio mental y emocional en la cultura actual, acelerada, estresante, centrada en la productividad y en el "acaba cuanto antes", y que la pérdida de ese equilibrio puede tener graves consecuencias para la salud. A comienzos del siglo XX casi nadie moría por un fallo cardiaco, mientras que hoy es la causa principal de muerte. El estrés es uno de los factores que más contribuyen a las enfermedades cardiovasculares y está alcanzando niveles de epidemia. Afortunadamente, existe un antídoto. Estudiando e investigando los diversos aspectos de la coherencia cardiaca se ha descubierto que podemos regular nuestros estados internos con independencia de cuáles sean las circunstancias externas. Igual que cualquier otro aprendizaje, generar voluntariamente coherencia cardiaca requiere conocimientos, dedicación y práctica. Cuando sostienes estados emocionales superiores con independencia de las condiciones externas, puedes acceder al tipo de intuición privilegiada que genera una mejor comprensión de uno mismo y de los demás. Un corazón coherente ayuda a prevenir patrones de estrés, incrementa la claridad mental y favorece una mejor toma de decisiones. Las emociones centradas en el corazón, cuando son sostenidas, favorecen una expresión genética más sana. La coherencia cardiaca empieza por el latido del corazón regular y coherente que se manifiesta cuando cultivamos, practicamos y sostenemos emociones superiores. Dichas emociones incluyen gratitud, reconocimiento, agradecimiento, inspiración, libertad, bondad, altruismo, compasión, amor y dicha. Los beneficios de un latido coherente se notan en todos los sistemas del cuerpo.
Cuando el corazón rige tu estado, la plenitud que experimentas elimina cualquier sentimiento que puedas albergar de carestía o necesidad. Desde este creativo estado de plenitud y unidad, la magia se manifiesta en tu vida, porque ya no estás creando desde la dualidad o la separación; ya no esperas que algo externo a ti venga a poner remedio a tus sentimientos internos de falta, vacío o separación. Si continúas activando el centro del corazón de manera correcta y las veces suficientes durante el proceso creativo, a diario, con el tiempo te sentirás como si el futuro ya hubiera acontecido. Cuando el corazón late de manera coherente y ordenada, aporta coherencia también al Sistema Nervioso Autónomo, que a su vez mejora las funciones cerebrales, y eso nos lleva a ser más creativos, centrados, racionales, conscientes y a estar más abiertos al aprendizaje. Es lógico pensar que si el corazón late de manera incoherente durante largos periodos de tiempo y no funciona de manera equilibrada y ordenada, fallará antes o después. Para gestionar el estrés, es crucial una cualidad que conocemos como "resiliencia", que es "la capacidad de prepararse, recuperarse y adaptarse frente al estrés, la adversidad, el trauma o el desafío". La resiliencia y la gestión de las emociones son fundamentales en numerosos procesos psicológicos implicados en la regulación de la energía, la rapidez con la que el cuerpo se repone tras una reacción de estrés y la capacidad para conservar la salud y mantener la homeostasis.
El campo cuántico que gobierna las leyes de la naturaleza, es un campo invisible de energía e información (también podríamos decir "de inteligencia y consciencia") que existe más allá del espacio y el tiempo. Allí no cabe nada físico ni material, no hay cuerpos, no hay personas ni materia, ni lugares ni tiempo. Es ajeno a cualquier cosa que puedas percibir con los sentidos. Este campo es una región infinita de frecuencia y energía que vibra en un plano distinto al mundo físico de la materia y los sentidos. Invisibles ondas de energía que podemos emplear para crear. En el campo cuántico existen un sinnúmero de posibilidades en forma de energía. En lo que a ti concierne, todo ello implica que si contemplas tu vida día tras día desde el mismo nivel mental, previendo el futuro a partir del pasado, limitas las posibilidades a lo que conoces como tu vida. Imagina que pasaría si fueras capaz de dejar de prestar atención al mundo físico y habitar el momento presente, donde existen todas las posibilidades del campo cuántico. Al no identificarte ni estar conectado al mundo físico, ya no intentas influir en el a través de la materia; trasciendes el mundo físico y tu propia identificación como cuerpo ubicado en el espacio-tiempo. En Resumen, si te concentras en lo que ya conoces, obtendrás más de lo mismo. Si te fijas en lo desconocido, creas posibilidad. ¿cómo plasmar una o más de esas realidades en potencia en el mundo tridimensional de la materia? Se requieren dos elementos: una intención definida, tener muy claro lo que quieres generar, ser lo más específico posible, describirlo al detalle y combinarlo con una emoción elevada como amor, gratitud, inspiración, alegría, ilusión, asombro, fascinación, por citar algunos ejemplos. Tienes que sintonizar con el sentimiento que esperas experimentar cuando tu deseo se materialice y sentir la emoción antes de vivir la experiencia.
Dicho de otro modo, cuando tu energía vibra en armonía con la posibilidad existente en el campo unificado, empiezas a atraer esa nueva experiencia. En ese sentido, no tienes que hacer esfuerzos por atraer lo que pretendes materializar y no hace falta que vayas a ninguna parte para conseguirlo. Debes convertirte en pura consciencia y transformar tu energía y atraerás la experiencia hacia ti. Las experiencias imprevistas pueden manifestarse de la noche a la mañana, por que proceden de un ámbito (campo cuántico) que desconoce el tiempo lineal, donde el tiempo no existe. Todas esas posibilidades existen en forma de potencial, no las vas a experimentar con los sentidos porque aún no han llegado a este espacio-tiempo. Únicamente existen como frecuencia o energía que transporta información. Para que se manifieste debes sintonizar con ella y observarla. Sucederá de un modo que no eres capaz de predecir, si pudieras predecirlo se trataría de algo ya conocido perteneciente al pasado. En el momento en que bajas la guardia y empiezas a estresarte por lo que pueda pasar o cómo sucederá vuelves a tu antiguo ser, el mismo que intenta predecir el mañana a partir del ayer. Entonces experimentas de nuevo las mismas emociones de siempre, que suscita los mismos pensamientos. Podríamos decir que desconectas de la energía de tu futuro en el instante en que te embarga la energía vinculada a las emociones del pasado.
Si alguna vez, a lo largo de tu vida has atravesado por una situación complicada que te ha dejado una huella emocional, y que nunca has logrado superar el miedo, la amargura, la frustración o el resentimiento que te provocó, cada vez que tu entorno te recuerda de algún modo esa experiencia, sientes emociones idénticas a las que te embargaron la primera vez. Si sientes lo mismo que experimentaste hace treinta años, cuando sucedió esa experiencia,, es muy posible que te comportes del mismo modo que entonces, porque las emociones de entonces dirigen tus pensamientos conscientes e inconscientes, así como tu conducta. Te has familiarizado hasta tal punto con las emociones del pasado que te has identificado con ellas. Para cuando has cumplido treinta y tantos, si sigues pensando, actuando y sintiendo de la misma manera, buena parte de tu ser se ha transformado en una serie automatizada de pensamientos, reacciones emocionales reflejas, hábitos y conductas inconscientes, convencimientos y percepciones subconscientes y actitudes rutinarias. De hecho, el 95% de la persona que somos en la edad adulta está programada a base de repetir lo mismo una y otra vez que el cuerpo ha suplantado a la mente, y es éste, no la consciencia, el director de la escena. Eso implica que únicamente un 5% de tu persona vive desde la consciencia, mientras que el 95% obedece a un programa subconsciente, en parte corporal y en parte mental. El ciclo se puede prolongar durante décadas, tanto si los pensamientos están justificados como si no. La repetición del ciclo graba cierto patrón en el cerebro y condiciona al cuerpo una y otra vez a vivir emocionalmente en el pasado. Y como esta parte de tu mente es subconsciente, no te percatas de que tú mismo estás provocando el proceso. Toda esa emoción, que en su origen surgió de un pensamiento se almacena en forma de energía.
Si lo que piensas y sientes determina la frecuencia y la información que emite tu campo de energía, y si toda tu atención está vinculada al mundo exterior, no te queda energía en el mundo interior para los pensamientos y los sentimientos. Es difícil pensar o sentir cosas nuevas cuando eres adicto al mundo exterior. Es muy fácil desarrollar una adicción hacia las personas y las cosas que son precisamente el origen de los problemas. Ésas son las situaciones que nos llevan a perder el poder y desperdiciar la energía. Es evidente que hará falta energía y esfuerzo para romper esos lazos. Para hacerlo, tendrás que dejar de prestar atención a todos esos objetos de tu mundo exterior. Si centras la atención en una imaginería concreta de tu mente (meditación) e impones tu presencia repitiendo una secuencia de pensamientos y sentimientos, tu cerebro y tu cuerpo no notarán la diferencia entre lo que está sucediendo en tu mundo exterior y lo que ocurre en tu mundo interior. Si logras un compromiso y una concentración intensos, el mundo interno de la imaginación tendrá el mismo peso que una experiencia en el mundo externo y tu biología se transformará en consecuencia. Eso significa que puedes inducir a tu cerebro y a tu cuerpo a creer que una experiencia física se ha producido sin llegar a vivirla en la realidad. Aquello en lo que enfocas la atención y ensayas mentalmente una y otra vez no sólo se convierte en tu realidad biológica, sino que también determina tu porvenir.
Por eso se usa la meditación como paradigma de cambio de nuestro estado interno. Eso nos permite romper las asociaciones con todos y cada uno de los lugares, los objetos, las personas, los momentos y las circunstancias el tiempo suficiente como para desplazar la atención hacia el mundo interior. Una vez que hayas trascendido tu cuerpo emocional y hayas retirado la atención de los objetos conocidos del mundo exterior, podrás reclamar tu energía y romper los lazos con tu realidad pasada-presente (que es siempre la misma). Una vez que hayas retirado la atención de esas circunstancias externas, los lazos energéticos y emocionales que te unen a ellas se debilitarán y dispondrás por fin de la suficiente energía como para crear un nuevo futuro. Eso va a requerir que cobres consciencia de dónde has estado invirtiendo la atención inconscientemente dedicar cierta energía a romper conscientemente esos lazos. Si estás perpetuamente instalado en el estado de huida o lucha hay menos probabilidades de que estés dispuesto a cerrar los ojos y entrar en tu interior, porque debes mantener la atención centrada en la supuesta amenaza que procede de fuera. Ninguna información nueva puede acceder a tu sistema nervioso que no sea equivalente a las emociones que estás experimentando o relevante en relación con éstas, así que no puedes programar tu cuerpo para un flamante destino. Cuanto más adicto seas a las hormonas del estrés en la vida cotidiana, menos probabilidades hay de que estés dispuesto a crear, meditar o abrir el corazón y ser vulnerable. Para crear algo nuevo en tu vida, tendrás que olvidar la vieja vida de siempre. Para solucionar algún problema de tu entorno externo, tendrás que avanzar más allá de tus recuerdos y de las emociones asociadas a ellos. Y si quieres generar acontecimientos nuevos e inesperados, deberás dejar de anticipar inconscientemente un futuro predecible, basado en los recuerdos del pasado. Tendrás que alcanzar un nivel de consciencia mayor que la consciencia que creó esas realidades. Serás capaz de conectar con esa posibilidad no sólo a través de la meditación, sino también cuando hagas cualquier otra actividad. Lo harás una y otra vez con los ojos abiertos, igual que haces cuando los cierras para meditar. Al mismo tiempo, según muestras a tu cuerpo en el presente cómo se sentirá emocionalmente en el futuro, lo estás reprogramando para que experimente esa nueva emoción. De ese modo, enviarás señales a otros genes de manera distinta y tu cuerpo se transformará de acuerdo con ese futuro como si el mañana ya hubiera tenido lugar. Biológicamente estarás en el futuro.
La vieja consciencia se alimenta de emociones de supervivencia como odio, violencia, prejuicios, rabia, miedo, sufrimiento, competitividad y dolor; emociones que nos inducen a creer que somos seres aislados. La ilusión de la separación pasa factura y divide a individuos, comunidades, sociedades, países y a la propia madre naturaleza. La inconsciencia, la negligencia, la codicia y la falta de respeto que revela la actividad humana amenazan la vida tal como la conocemos. Por pura lógica, una consciencia tan destructiva no puede durar mucho más. Como todo se mueve hacia polaridades extremas, a nadie se le escapa que muchos de los sistemas actuales (ya sean políticos, económicos, religiosos, culturales, educativos, médicos o medioambientales) empiezan a desmoronarse según los antiguos paradigmas pierden vigencia. En esta era de la información, todo aquello que no está alineado con la evolución de la nueva era sale a relucir. Si no has notado el aumento de frecuencia y energía que caracteriza esta época (un incremento de ansiedad, tensión y pasión) es posible que no estés prestando atención a tu propio estado interior y a la interdependencia de la humanidad con esta energía. Además de las turbulencias que sacuden el entorno político, social, económico y personal, muchas personas tienen la sensación de que los tiempos se están acelerando: un número mayor de acontecimientos cruciales se producen en periodos de tiempo más breves. Dependiendo del punto de vista, esta realidad puede implicar un emocionante despertar o un momento angustioso de la historia. En cualquier caso, lo viejo debe desplomarse o descomponerse para que algo más funcional ocupe su lugar. Es así como las personas, las especies, las consciencias e incluso el mismo planeta evolucionan.
No basta con cambiar el estado de consciencia durante la meditación. No es suficiente con pensar en la paz y experimentar armonía con los ojos cerrados para luego abrirlos y reanudar las actividades diarias inmersos en estados mentales y corporales limitados e inconscientes. Debemos sentir y expresar paz a diario, lo que requiere involucrar el cuerpo en el proceso, y pasar del pensamiento al acto. Cada vez que transformamos nuestro estado de consciencia y comenzamos el día abriendo el corazón a los estados elevados que nos conectan con el amor por la vida, la alegría de vivir, la inspiración de sabernos vivos, la gratitud ante un futuro que ya ha sucedido y un nivel elevado de bondad hacia los demás, debemos llevar con nosotros, sostener y demostrar esa energía y estado de consciencia a lo largo del día, tanto si estamos sentados, de pie, andando o tumbados. Si lo hacemos así, si expresamos paz en lugar de actuar de una manera predecible y hacer gala de las llamadas reacciones naturales (expresar rabia, frustración, violencia, miedo, sufrimiento o agresividad) ante un acontecimiento negativo que nos afecta a nosotros o al mundo, habremos dejado de contribuir a la vieja consciencia. Cuando rompemos el ciclo y predicamos la paz con el ejemplo, damos permiso a los demás para que hagan lo mismo. Como el conocimiento involucra a la mente y la experiencia al cuerpo, cuando pasamos del pensamiento al acto, cuando de verdad incorporamos la paz a nuestra vida, empezamos a cambiar realmente el programa. Atenuando esas conductas reflejas y, en consecuencia, evitando recrear experiencias y emociones redundantes, dejamos de activar y configurar los mismos circuitos en el cerebro. Es así como cesamos de programar el cuerpo para que se alimente de las emociones limitantes de la mente. Es así como nos transformamos a nosotros mismos y las relaciones con el mundo que nos rodea.
Al principio va a requerir cierto esfuerzo de voluntad superar años de condicionamiento automático, hábitos inconscientes, reacciones emocionales reflejas, actitudes preinstaladas y generaciones de programación genética, pero es así como nos convertimos en seres sobrenaturales. Cualquier ser que se haya separado de la consciencia de la tribu, la manada o el clan para adaptarse a un medio en pleno cambio ha experimentado desazón e incertidumbre ante lo desconocido. Pero no olvidemos que vivir en lo desconocido significa internarse en el reino de la posibilidad. El liderazgo requiere una visión y un cambio de energía (es decir, un nuevo estado de consciencia) sostenidos durante el tiempo suficiente y puestos en práctica con la convicción necesaria como para que los demás eleven su energía también y quieran seguir su ejemplo. Una vez que trascienden un estado de consciencia que los limita y acceden a la nueva energía, atisban el mismo futuro que el líder ha vislumbrado. La unión hace la fuerza. Si seguimos comportándonos como un organismo canceroso en guerra consigo mismo, nuestra especie no sobrevivirá y la evolución proseguirá su fantástico experimento sin nosotros. En este momento de la historia no basta con saber; ha llegado el momento de ponerlo en práctica. Gracias a la corriente filosófica y los principios científicos de la física cuántica, la neurociencia y la epigenética, ahora entendemos que la mente subjetiva influye en el mundo objetivo. Y como la mente influye en la materia, es nuestro deber estudiar la naturaleza de la mente. Puede que, cuando comprendamos, recordemos y despertemos a la verdad de nuestra naturaleza, los seres humanos, en cuanto que consciencia colectiva, podamos pasar de un estado de supervivencia a otro de prosperidad. Y entonces podremos expresar nuestra auténtica naturaleza y acceder plenamente a nuestra capacidad innata como seres humanos…, la de dar, amar, servir y cuidarnos los unos a los otros y al planeta Tierra.
El tesoro de “Sobrenatural”
No cabe duda que parte de los beneficios de las redes sociales son, que nos han brindado la oportunidad de tener un mayor acceso al conocimiento y al aprendizaje, así como tambien nos ha brindado la oportunidad de conocer puntos de vista diversos acerca de los temas que nos interesan. En cuanto a la meditación se refiere, he escuchado a personas que afirman que la meditación se trata de pseudociencia, argumentando que no existen estudios científicos que la avalen, o que aquellos que se han realizado cuenta con todo tipo de sesgos y que parte del problema es que no todos están bien diseñados.tan, y que a lo mucho demuestran que que la meditación induce una serie de cambios bioquímicos y físicos en el cuerpo o “respuesta de relajación”. Lo que incluye cambios en el metabolismo, el ritmo cardíaco, la respiración, la presión arterial y la química del cerebro. En otras palabras que solo sirve para disminuir el estrés (como si eso fura poco), y que no tienen mejores resultados que los que se pueden obtener con ciertos medicamentos. Algunos otros mencionan que no es que no funcione, si no que funcional igual que el efecto placebo.
Aunque la meditación toma diferentes significados en diferentes contextos; esta se ha practicado desde la antigüedad como un componente de numerosas religiones y creencias, pero no constituye una religión en sí misma. La meditación normalmente implica un esfuerzo interno para autorregular la mente de alguna forma y el termino se refiere a un amplio espectro de prácticas que incluyen técnicas diseñadas para promover desde la relajación, construir energía interna y desarrollar emociones elevadas. Es cierto que tambien existen forma mas ambiciosas de meditación que tiene como objetivo final de llegar a un estado de iluminación espiritual. Desde mi perspectiva, la meditación nunca ha sostenido funcionar basada en argumentos científicos, más bien se ha usado la ciencia para tratar de determinar cuales pueden ser sus beneficios. Quizas la polemica al respecto se centra en que mas allá de aquellos que han realizado estudios científicos y tienen certeza en los beneficios de la meditación, el consenso de la investigación es que sus efectos aunque a menudos son útiles, no son necesariamente mayores que los tratamientos medicados.
El Doctor Joe Dispenza, conciente que de escribir “Sobrenatural” suponía un riesgo para su reputación, sabiendo que las personas, incluida la comunidad científica podría calificar su trabajo de pseudociencia, decidió reunir los años que ha dedicado a estudiar complejos conceptos científicos y transformarlos en información sencilla para que puedan ser aplicados de manera práctica. Y me parece que es ahí donde se encuentra el tesoro de este libro, por que consigue sintetizar grandes dosis de información, partiendo de ámbitos científicos tan sólidos como la epigenética, la biología molecular, la neurocardiología y la física cuántica. El Dr Dispenza borra las fronteras que tradicionalmente han separado el pensamiento científico de la experiencia humana, y al hacerlo abre la puerta a un paradigma nuevo y rompedor de empoderamiento autorrealizado, una manera de pensar y de vivir basada no sólo en lo que aceptamos como verdad científica, sino también en aquello que creemos posible.
Sobrenatural trata de algo más que tan solo superar la enfermedad, aunque incluye historias de personas que han protagonizado cambios significativos en el plano de la salud y que incluso han revertido patologías. Este libro se trata de descubrir que no somos esclavos de nuestros genes, y que la expresión génica se puede transformar una vez que empiezas a pensar, actuar y sentir de manera distinta.
Ahora es tu turno: ¿Vives desde la Biologia de la supervivencia o del presente? cuéntamelo en comentarios.
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Excelente Aaron, gracias por tu impecable y certera reseña.
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