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El camino al inconsciente: en busca de la historia, detrás de la historia



Una de las condiciones primordiales para llegar con rapidez a la “historia detrás de la historia” es no extendernos en explicaciones, debemos ser breves, concisos, y desechar nuestras explicaciones del porqué. A pesar de nuestra tendencia natural a buscar explicaciones de los acontecimientos que nos suceden y que de alguna forma nos causan dolor o desasosiego, estas explicaciones no nos llevan a ninguna parte. Por encima de todo buscaremos siempre la historia que hay detrás de la historia, lo realmente importante es encontrar el momento preciso en el cual se produjo la huella neuronal o programación del evento.


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Para encontrar este momento primordial, la primer pregunta fundamental que tenemos que hacernos es: “¿Desde cuándo?”. Si no situamos el acontecimiento en el espacio-tiempo, nos dirigiremos hacia un lugar al que no queremos ir. Es crucial situar el punto de salida, y este debe ser preciso. Al comienzo, toda nuestra atención debe centrarse en encontrar este punto. Cuando sabemos “desde cuándo”, el siguiente paso es situarlo en el contexto y observar cuáles son nuestras reacciones corporales. Cuando una persona mentalmente revive la situación, podemos notar como sus ojos brillan, cambia de color su cara, se modifica su postura corporal, o varía el ritmo respiratorio. En ese momento es importante plantearse preguntas concretas:


  1. ¿Cuál es tu pensamiento? ¿Cuál es ese pensamiento repetitivo con el que te acuestas y te levantas? ¿Estás viviendo una situación incómoda? ¿Estresante? ¿Dónde hay problemas?

  2. ¿Qué sentimiento te produce este pensamiento? Los sentimientos pueden describirse de muchas maneras: “Me siento atrapada”, “Me siento solo”, “Me siento abandonado”, “Me siento traicionada”, “Me siento impotente”. “Me siento frustrada”, etcétera. Los sentimientos son pensamientos con emoción, pero todavía nos encontramos en un nivel mental. Son explicaciones emocionales de una situación concreta. Después hay que preguntar.

  3. ¿Cuál es la emoción que te produce este sentimiento? Aquí las emociones ya son más concretas. En este punto del viaje al inconsciente (Figura 4), las emociones siguen siendo mentales. Las llamamos emociones sociales. La siguiente pregunta resulta lógica, ya que cuando expresamos una emoción, sea del calibre que sea, esta se expresa y se manifiesta en el cuerpo.

  4. ¿Cuál es la sensación física y en qué parte del cuerpo la sientes? Aquí tenemos que prestar atención a nuestra corporalidad. Sobre todo las personas mentales, tienen dificultad para identificar su propia expresión corporal y poder expresarla. Es interesante cerrar los ojos, sentir la situación como si la viviéramos en el presente y escuchar nuestro cuerpo. Una vez que nos concentramos en nuestras sensaciones físicas exclusivamente, la siguiente pregunta es:

  5. ¿Cuál es tu emoción oculta? ¿Cuál es la acción que reprimes? ¿Qué es aquello que te gustaría hacer o decir, lo que no te atreves a expresar? Esta emoción saldrá a la luz por primera vez. Exploramos nuestro interior. En este punto podemos encontrarnos con algunos problemas, como sentirnos bloqueado, si somos muy mentales podemos decir cosas como: “No lo sé”, “No puedo decir estas cosas” ó “Yo no soy así”.


Representación del camino hacia nuestro interior, al inconsciente representado por la cueva. (David Corbera, 2011)

No olvidemos que la emoción oculta se fundamenta en una necesidad biológica insatisfecha. Es el grito biológico que nuestro inconsciente ha aprendido a través de miles de años de evolución. Un aspecto muy importante al que llamamos recurso, se trata de la solución, la nueva percepción, el nuevo sentimiento, la nueva emoción, que al ser aplicada en el momento en el que se produjo el conflicto, el conflicto se reinterpreta y las neuronas desaprenden lo que se les enseñó. Cuando el recurso se integra, se produce una liberación de energía y la persona experimenta bienestar y paz interior. A este estado se le llama la “emoción del ser”. Cuando el conflicto es 100% estructural no es necesario hacer el camino al inconsciente, puesto que es más apropiado abordar directamente el transgeneracional y el Proyecto Sentido.


Lo que nos aleja de la resolución es el querer hablar y hablar, nos refugiamos en constantes explicaciones que solo nos alejan de la sensación física, huyendo de la experiencia en cuestión. El objetivo es conectar con la experiencia y sobre todo, a la experiencia física, porque es ahí donde el inconsciente biológico se expresa. Todo lo demás será perder el tiempo. Una vez que conectamos con la emoción del ser, entonces le podemos explicar la historia desde una nueva percepción, y comprobaremos si el desaprendizaje está bien hecho: ya no explicamos la historia como la tenemos preparada; la recordamos, por supuesto, pero ya no es nuestra realidad. En este punto sabemos que se ha comenzado bien, lo que permite proseguir con la indagación en busca de conflictos asociados, siempre en función de la gravedad del síntoma.


La realidad del camino al inconsciente

Tenemos que aprender el camino para acceder a esta parte oculta, el inconsciente, en el que se encuentran los programas guardados, las experiencias cotidianas, los condicionamientos aprendidos, los arquetipos heredados del inconsciente colectivo, etcétera; y lo hacemos a partir de un síntoma, de una situación repetitiva, de circunstancias reiterativas, de vivencias parecidas a un deja vu. Hacemos el camino al revés de como es en realidad. El asunto no empieza por lo que nos ocurre, sino por cómo lo interpretamos y lo vivimos. La reacción no es de nuestra mente consciente, de nuestro razonamiento, no pertenece a las estructuras corticales, sino a las estructuras subcorticales, las que están reguladas por el inconsciente biológico. En realidad, el camino que se sigue es el siguiente:


  1. Vivo una experiencia traumática y/o de fuerte impacto emocional

  2. El sistema límbico procesa este impacto y da órdenes al cuerpo sin pensar, la rapidez es vital; entonces damos un salto, nos escondemos, nos agachamos, corremos, demostramos ira frente a un competidor, se producen todo un abanico de cambios y sensaciones corporales.

  3. El área somatosensorial recibe todas estas sensaciones corporales y las racionaliza, gracias al área prefrontal, generando otro tipo de movimientos corporales.

  4. El área prefrontal racionaliza las sensaciones físicas y se hace consciente de emociones (emoción social) y sentimientos.

  5. Las emociones reprimidas (emoción oculta), las viscerales, pueden manifestarse en síntomas físicos o enfermedades.


Las emociones primarias o emociones ocultas responden a las conexiones del sistema límbico, siendo los principales actores la amígdala y la cingulada. Las emociones secundarias o emociones sociales tienen lugar cuando hemos experimentado sentimientos que forman conexiones entre categorías de objetos y situaciones. Para ello se requiere de las cortezas prefrontales y somatosensoriales.


“La naturaleza no seleccionó mecanismos independientes para expresar emociones secundarias y primarias” - Antonio R. Damasio

Ahora es tu turno: ¿ya conocias el camino al inconsciente? cuéntamelo en comentarios.


Gracias por leerme, si te ha gustado compártelo


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Referencias:

"Encontrarte a ti mismo, por ti mismo"


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