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Relaciones mágicas



Quizás anheles relaciones que se centren solamente en el deseo de ser dichoso y feliz y estar en armonía con todas las personas de tu vida, sin conflictos dolorosos, con una sensación similar a las primeras veces que te sentiste enamorado cuando eras joven. Es en tu mente en donde debes poner manos a la obra para crear una realidad mágica en todas tus relaciones, y para alcanzar ese estado tienes que decidir ir más allá del sufrimiento y los resultados, y literalmente vivir tu vida con un propósito. Cuando lo hagas, tus relaciones reflejarán de manera natural este cambio.

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Además, a medida que trabajes en la creación de relaciones espirituales, verás que se producen milagros en otras áreas de tu vida. Descubrirás que posees capacidades milagrosas que en otro tiempo achacabas tan sólo a la coincidencia o a la suerte. Empezarás a comprender el pensamiento de los demás y a conectar con ellos. Empezarás a saber qué piensa el otro y con regularidad pensaras cosas como éstas: “Estaba pensando exactamente lo mismo”, “Iba a sugerirte lo mismo”, “Eso es exactamente lo que tenía en la cabeza”. Este tipo de sensaciones no son azarosas ni estrambóticas, se tienen cuando se vive a un nivel superior de conciencia. Este estado superior de conciencia representa una utilización a gran escala de la intuición. Se desarrolla una sensación de conocimiento a través de la conexión con los demás, y esto tiene lugar a un nivel totalmente distinto del meramente físico. Empiezas a darte cuenta de que la misma inteligencia infinita e invisible que discurre a través de ti, discurre también a través de los demás. Sólo hay una inteligencia infinita, que está en todos nosotros. Ahora puedes literalmente conectar con ella en aquellos a quienes amas profundamente y experimentar una nueva conexión, una nueva relación.

Este nuevo modo de relacionarse no exige estar físicamente presente al lado del otro. Aprenderás a saber lo que la otra persona necesita y piensa cuando estás incluso a kilómetros de distancia. Se trata de una conexión del espíritu; serán realmente uno. Esta forma de conciencia milagrosa con el otro tendrá su origen en ti. En tu mente. En tus meditaciones se te guiará sobre lo que debes dar a los demás, y cuando salgas al “mundo real” y des aquello que has visto en un momento de iluminación espiritual, es posible que los receptores queden sorprendidos ante tu conocimiento. Pero a ti ya no te sorprenderá. Empezara a ser algo normal. Conectarás a un nivel superior, un nuevo nivel de conciencia que en definitiva llamarás realidad mágica. Verás que eres capaz de llevar a cabo nuevas y apasionantes hazañas con tu mente, y las dudas ajenas no serán para ti un disuasivo.

Sabemos que existe una conexión invisible entre todos los miembros de la especie humana. Sabemos que hay una sola fuente o una sola energía que fluye a través de todos nosotros. No millones de dioses, sino uno que está presente en todas las cosas vivas y es el origen de todo. Lo llamamos Dios, pero se le dan muchos nombres. Tao es otro de los nombres con que denominamos esta unidad que hay en todos nosotros. Como dijo Lao Tse:

Existe un algo oscuro, y completo

antes de que alzaran el cielo y la Tierra;

tranquilo, quieto,

de pie solo e inmutable,

moviéndose en torno sin peligro.

Podría ser la madre de todo.

YO desconozco su nombre,

y lo llamo Tao.

Está en todos nosotros y, sin embargo, seguimos aferrándonos a la creencia en nuestra separación. Creemos que la fuerza invisible que fluye a través de los demás es algo distinto de la que fluye a través de nosotros. La capacidad de mover un dedo como consecuencia de un pensamiento invisible, es una conexión que nos confunde en el mundo físico. Algo permite que ese pensamiento llegue a nuestro dedo. Y es la misma fuerza invisible que le permite a los demás hacer lo mismo.

“Él (los seres humanos) se experimenta a sí mismo, con sus pensamientos y sentimientos, como algo separado del resto, una especie de ilusión óptica de su conciencia... Nuestra tarea debe ser liberarnos de esta cárcel” - Albert Einstein

A medida que alcances niveles cada vez más altos de conciencia espiritual, descubrirás que lo que antes veías como un milagro en tus relaciones constituye ahora tu modo de relacionarte con todos los demás. Llegas a un lugar en tu interior donde sabes en verdad que no hay límites. Te liberas en verdad de la cárcel de tu cuerpo y de esas ilusiones de las que habla Einstein, y entras en el mundo de la realidad mágica. Este nuevo modo de ser en las relaciones se extiende en todas las direcciones, incluso a nuestra relación con los animales y con toda la vida del planeta y el universo. En el caso de los amigos y conocidos, empezamos a conectar con su pensamiento y a tener un conocimiento de lo que podemos dar y de lo que ellos necesitan. Con los colegas del trabajo, empezamos a confiar en nuestra intuición. En lugar de centrarnos en lo que creemos nos corresponde y en lo que los demás pueden hacer por nosotros, pasamos a una nueva posición que coloca en primer lugar sus necesidades. Nos convertimos en la persona que da, en la persona con un propósito, y nos centramos en lo que les corresponde a ellos mientras que, en cuanto a nosotros, confiamos en que el universo proveerá. Nos entregamos en esas relaciones y vemos en cada persona un alma con un cuerpo, y tendemos los brazos a esa alma. Estamos atendidos y somos capaces de ver los pensamientos y las visiones de los demás. Hemos roto la ilusión de su separación y creado en su lugar un modo de conexión. Se presiente una especie de presencia invisible en todos los seres vivientes. Se empieza a crear en nosotros una ternura hacia todo y todos y vemos la imposibilidad de la destrucción derrochadora e insensata.

El otro día vi a unos muchachos recogiendo flores. No iban a ofrecer las flores a ningún dios, iban hablando y arrancando irreflexivamente las flores y luego las arrojaban. También los adultos lo hacen, se dedican a expresar su brutalidad interior, esa pasmosa falta de respeto por las cosas vivientes. Podemos comprender que una muchacha coja una flor o dos para ponerlas en su cabello, o para dárselas a alguien en señal de afecto; pero, ¿arrancar las flores porque sí? - Krishnamurti, al hablar de la simplicidad del amor.

Acercándonos a otra persona con amor en el corazón, sin pedir nada sino tan sólo ofreciendo ese amor, creamos relaciones milagrosas. Pero cuando nos dirigimos a alguien buscando algo, sin confiar en ellos y dudando de ellos, explotándolos, el nivel de nuestra cualidad invisible se hace transparente y la oportunidad de crear milagros y realidad mágica se ve mermada. Se puede lograr crear milagros en todas nuestras relaciones, pero ello no se logra memorizando técnicas. Se logra dando una nueva orientación a lo que llevamos dentro, que es donde están ubicadas todas nuestras relaciones.

El Tao, esa inteligencia invisible, fluye a través de todos nosotros.


Ahora es tu turno: ¿Como son tus relaciones? cuéntamelo en comentarios.


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