Rompe con los convencionalismos
- Aarón Pérez
- 1 ene 2021
- 9 Min. de lectura
“No hay reglas ni leyes ni tradiciones que se puedan aplicar universalmente... incluyendo ésta”

Posiblemente tu vida se encuentra guiada por una serie de normas y principios con los que tal vez ni siquiera estés de acuerdo, aún así, eres incapaz de romper con ello y tomar por ti mismo la decisión de qué es aquello que está bien, o no está bien para ti. Es muy fácil identificar toda esta serie de normas y principios cuando al expresarnos, incluimos en nuestras frases “debes de”, “tienes que” o alguna forma similar. Nos hemos llenado de muchos “debes hacer esto” o “tienes que hacer esto”, los aplicamos a nuestro comportamiento sin hacer una evaluación previa del por qué hemos adoptado tales creencias. No existe nada que sea absoluto, no hay normas ni leyes que siempre tengan sentido, o que sean beneficiosas para todos, en todas las circunstancias. Ser flexible es una virtud mayor, sin embargo puede resultarte difícil e incluso imposible quebrantar una ley inútil o violar una tradición absurda. Ciertamente el condicionamiento a la sociedad o medio cultural puede ser muy útil, pero llevado a un punto extremo, puede convertirse en neurosis, particularmente si el resultado de esta adaptación a los "debes hacer esto o aquello" es la infelicidad, la depresión o la ansiedad.
No se trata en ningún sentido de sugerir a las personas a que tengan una actitud de desprecio a la ley o de romper las reglas solo por que no te parecen las apropiadas en un momento concreto. No se puede negar que las leyes son necesarias y el orden es parte importante de una sociedad civilizada. La obediencia ciega a los convencionalismos es algo totalmente distinto, puede ser más destructivo que el hecho de violar las leyes. Muchas veces las leyes son absurdas y las tradiciones dejan de tener sentido, cuando este es el caso dejas de funcionar eficientemente al sentir que debes obedecerlas, y ese el momento para reconsiderar tanto las normas como tu comportamiento.
"Nunca tuve una política que pudiese aplicar siempre. Simplemente trataba de hacer lo que me parecía sensato en el momento preciso" - Abraham Lincoln
Un "debe" (o “tiene”) es perjudicial sólo cuando se interpone a los comportamientos sanos y eficientes. Cuando estás haciendo cosas desagradables y que no son productivas debido a algún "debe", quiere decir que has renunciado a tu libertad de elección y estás permitiendo que te controle alguna fuerza exterior. Un ejercicio de autoindagación del control interno en comparación con el control externo de ti mismo es mucho más productivo antes de seguir estos "debes" erróneos que pueden estropearte tu vida.

Control externo vs control interno
“Se estima que un 65% de las personas en nuestra cultura tienen una orientación de personalidad más externa que interna”

Una personalidad orientada a lo externo quiere decir que culpas a lo externo (experiencias o personas) por tu estado emocional. Por ejemplo ante la pregunta: "¿Por qué te sientes mal?" una respuesta típica podría ser: "Mis padres me tratan mal", "Ella me ofendió", "Mis amigos no me quieren", "No tengo suerte" o "Las cosas no van bien". Respuestas como las anteriores indican que te encuentras dentro de esta categoría externa. Pasa exactamente lo mismo si te preguntan por qué eres feliz y tú contestas: "Mis amigos me tratan bien", "Mi suerte ha cambiado", "Nadie me está fastidiando" o "Ella se arriesgó por mí", también es señal de una personalidad externa, atribuyéndole la responsabilidad de lo que tú sientes a alguien o algo que está fuera de ti. En nuestra cultura puede ser bastante raro encontrar personas que asumen la responsabilidad de lo que sienten, ante el mismo tipo de preguntas, sus respuestas podría ser: "Lo que me digo a mí mismo es un error", "Le doy demasiada importancia a lo que dicen los demás", "Me preocupa lo que pueda decir la demás gente", "No soy lo suficientemente fuerte para evitar ser desgraciado" y "No tengo habilidad suficiente para impedirme a mí mismo el no ser desdichado". Cuando una persona tienen coherencia interior pasa por buenos momentos, sus contestaciones incluyen referencias que empiezan con un "Yo" o "A mí", por ejemplo: "Yo trabajé duro para ser feliz", "Yo he logrado que las cosas me funcionen", "Me estoy diciendo a mí mismo cosas positivas", "Yo soy responsable de mí mismo y es aquí donde quiero estar".
¿Dónde encajas tú? Virtualmente todas las normas y las tradiciones son impuestas por fuerzas externas; que provienen de algo o alguien que se encuentra fuera de ti mismo. Si estás lleno de “debes" y te sientes incapaz de romper con los convencionalismos impuestos por los demás, quiere decir que estás en el grupo de los "externos". Una persona con obesidad, obviamente su sobrepeso será su mayor problema, pero también serie de pequeñas carencias y conflictos. Puede pensar que su sobrepeso se debe a su metabolismo, porque sus padres la obligaron a comer cuando era pequeña. Y en cuanto al presente, porque culpar a su pareja por que no se ocupa de ella. Cuando una persona tiene este tipo de argumentos en la que todo y todos conspiran en su contra son un claro ejemplo del clásico pensamiento externo. Igualmente los intentos por mejorar la situación estarán dirigidas hacia el exterior por que la percepción del problema en sí, es hacia el exterior. Al hacerte responsable es posible hacer nuevas elecciones, en lugar de recurrir a otra personas o cosas, a las convenciones aceptadas por la sociedad para los casos de necesidad de pérdida de peso. Hacer lo que otros hacen o prueban solo por que les ha funcionado a ellos. Si lo convencional no te está funcionando tienes que ir más allá, pasar de lo general a lo particular, y descubrir qué es lo que pasa en tu interior, y eso no tiene nada que ver con los demás.
Los fatalistas, los deterministas y la gente que cree en la suerte están en el grupo de los externos. Si tú crees que tu vida ha sido planificada para ti de antemano, y que sólo necesitas caminar por los caminos adecuados, quiere decir que estás bien provisto de todos los "debes" que sirven para mantenerte dentro de tu mapa de caminos previamente trazados. De esa forma no puedes lograr tu propia realización si persistes en dejarte controlar por fuerzas externas o en pensar que eres controlado por fuerzas externas. Ser eficiente y positivo no implica la eliminación de todos los problemas que se te presentan en la vida. Se trata de pasar de un control externo al control interior. De esa manera te responsabilizas de todas tus experiencias emocionalmente. Puedes analizar detenidamente estas "reglas" y empezar a ejercitar un control interno sobre tu propio pensamiento, tus propios sentimientos y tu propio comportamiento. Culpar a los demás es una artimaña usada para no asumir la responsabilidad de algo que ocurre en tu vida. Es el refugio de la gente orientada al exterior. Culpar aleja la atención de ti cuando buscas razones externas para explicar tu infelicidad o frustración. La culpa en sí misma es una necedad. E incluso si algún efecto puede tener no será sobre ti. Puedes lograr que la otra persona se sienta culpable por algo al echarle la culpa de ello, pero no lograrás cambiar lo que hay en ti que te está haciendo infeliz.
La irracionalidad de los "debes de" y "tienes que"
Los “debes” y “tienes” siempre contribuyen a perturbaciones en las relaciones humanas de una u otra manera. Sientes que debes ser amable con las personas, apoyar a tu pareja, ayudar a tus hijos y trabajar mucho, por mencionar algunos ejemplos. Si en algún momento fallas en alguno, te enfadas contigo mismo y generas molestia y tensión. Pero estos no son tus "debes", porque pertenecen a otros y tú simplemente los has tomado prestados.

A los "debes" hay que sumarle los "no debes": no debes ser grosero, tonto, necio, infantil, lascivo, sombrío, agresivo, malhumorado, y muchos más. No pasa nada si no guardas la compostura o no entiendes. Incluso es permitido no tener dignidad si así lo decides. Nadie va a castigarte por no ser algo que otra persona dijo que deberías ser. Cualquier "debe" te producirá tensiones porque no podrás realizar tus expectativas erróneas. Lo que produce tensión no es tu comportamiento indiscreto, indigno, intolerante o lo que sea, sino la imposición de los "debes".
La etiqueta como un "debes"
Piensa en todas esas pequeñas normas absurdas que te han impulsado a aceptar simplemente porque unos especialistas en buenos modales así lo decidieron. Come de cierta manera, el anfitrión no debe comer antes de los demás; sentarse en determinado sitio determinado en la iglesia; dar tal cantidad de propina; vestirse así; expresarte de tal manera. No decidas por ti mismo. Es cierto que los buenos modales son convenientes, pero el 90% de todas las normas de etiqueta son reglas sin sentido que fueron pensadas arbitrariamente en un momento dado. No existe una manera apropiada para ti; lo que tú decides es lo apropiado para ti, siempre que no le compliques las cosas a los demás o se las dificultes. Puedes decidir qué propina vas a dar, cómo te vas vestir, cómo vas a hablar, dónde te vas a sentar, cómo vas a comer, basándote estrictamente en lo que tú quieras. No se trata de impulsar a las personas a ser rebeldes sociales, por que esto cae dentro de las formas de búsqueda de aprobación por medio de un comportamiento inconformista. Se trata más bien de que tu vida sea dirigida y orientada por ti mismo y no por los demás. Ser leal a ti mismo quiere decir que no tienes necesidad de un sistema exterior de apoyo.
La obediencia ciega a las normas y reglas

Algunos de los comportamientos humanos más despreciables en la historia han tenido como pretexto la obediencia a órdenes superiores. Los nazis ejecutaron a seis millones de judíos y asesinaron y maltrataron a varios otros millones de ellos porque así lo mandaba la "Ley". Después de la guerra, la responsabilidad por estos actos de barbarismo han sido traslados hacia la cúspide de la jerarquía del poder nazi hasta llegar al punto en que a la única gente a la que se le podía achacar estos horribles crímenes eran Hitler y sus principales secuaces. Todos los demás simplemente habían obedecido las órdenes y la ley del Tercer Reich.
En Suffolk, Nueva York, un portavoz del distrito explicó hace no mucho tiempo por qué la gente a la que equivocadamente se le había cobrado de más en el rubro de Impuestos a la Propiedad no podría recuperar su dinero. "La ley dice que las facturas de Impuestos pasados no pueden ser revaluadas después de que se han pagado. Esa es la ley. Yo no puedo evitarlo. Yo estoy aquí, en este cargo, para hacer cumplir la ley, no para interpretarla." Uno de los mejores ejemplos de este tipo de acatamiento ciego a los reglamentos (por más tontos que éstos sean), puede encontrarse en la milicia. Es de llamar la atención la facilidad y voluntad con que muchos de los soldados y oficiales cumplen muchos reglamentos absurdos.
“Los que son demasiado perezosos o cómodos como para pensar por sí mismos y ser sus propios jueces, obedecen las leyes. Otros sienten sus propias leyes dentro de ellos mismos; éstas les prohíben cosas que cualquier hombre honesto haría cualquier día del año y les permiten otras cosas que suelen considerarse despreciables. Cada persona debe pararse sobre sus propios pies” - Herman Hesse (Demian)
Tu destino puede ser una vida de servidumbre emocional si tienes que acatar las leyes y las reglas todo el tiempo. Nuestra cultura nos enseña que es malo desobedecer, no debes hacer nada que vaya en contra de los reglamentos. Lo importante es determinar por ti mismo cuáles son las normas que funcionan, y cuáles pueden romperse sin perjudicar a los demás ni a ti mismo. El rebelarse por rebelarse no produce beneficios pero son muchas las recompensas que se derivan de ser tú mismo y vivir tu vida de acuerdo a tus propias normas.
Tu progreso como el del mundo, depende de la gente irracional y no de la gente que se adapta a la sociedad y acepta todo lo que se pone en su camino. Personas que son innovadoras, que rechazan los convencionalismos y modelan su propio mundo. A fin de pasar de la aceptación a la acción, tendrás que aprender a resistirte a la enculturización y a las influencias que te presionan para que te sometas. Puede que algunos te consideren un insubordinado y ése es el precio que tendrás que pagar por el hecho de pensar por ti mismo. Es muy posible que piensen que eres diferente, que te consideren un egoísta o un rebelde, que mucha gente considerada "normal" te critique, o incluso, que a veces te aíslen y excluyan. Mucha gente no aceptará de buen grado tu resistencia a las normas que ellos han adoptado para sí mismos. Tendrás que oír el viejo argumento: "¿Qué pasaría si toda la gente decidiera obedecer únicamente lo que se les antoje? ¿Qué sociedad tendríamos entonces?". La contestación a esto, muy simple por cierto, es que la mayor parte de la gente no lo hará. La propensión de la gente a confiar en apoyos externos y en "debes" impuestos prohíbe este tipo de actitud generalizada. Lo que trato de exponer no no tiene nada que ver con la anarquía. No se trata de destruir la sociedad, se trata de darle al individuo más libertad dentro de ella, liberarla de "debes" tontos y sin sentido.
Uno no tiene que ser siempre como espera que uno sea el ambiente cultural que nos rodea. Si tú eres así y te sientes incapaz de ser de otra manera, quiere decir que eres de veras un "seguidor", uno de los del rebaño que permite que los demás determinen su camino. Es cierto que a menudo es más fácil seguir, más fácil hacer ciegamente lo que te mandan, pero cuando te das cuenta de que la ley está para servirte a ti, y no para hacer de ti un sirviente, entonces podrás empezar a eliminar este tipo de comportamiento.
"Encontrarte a ti mismo, por ti mismo"
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