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Encontrando tu propósito de vida



Nada ayuda más a una persona a superar o soportar las aflicciones de la vida, que tener un propósito. Como mencionaba en un post anterior, encontrarlo es el tercer camino hacia la iluminación, el comienzo para vivir una realidad mágica. Si aún no has encontrado el propósito de tu vida es probable que te preguntes cómo hacerlo. En este post quiero hablarte de un ejercicio mediante el cual puedes iniciar el proceso de encontrar tu propósito.


“Donde hay un gran amor hay siempre milagros” - Willa Cather

El concepto de eternidad es un concepto que le puede causar confusión a nuestra mente, el concepto de eternidad. Piensa por un instante qué es lo que significa esta palabra. No existe un principio o un fin, y esto es así para siempre. Este es prácticamente el concepto de Dios, naturaleza o universo. Ten en cuenta, que para contemplar el concepto de eternidad, tienes que hacerlo desde adentro de tu forma física, de tu cuerpo, el cual sabes tiene un inicio y un final. Algo dentro de tu yo físico es capaz de considerar un concepto que desafía el comienzo y el final, sin embargo eso no hace posible que lo puedas experimentar de forma directa. Esto sin duda alguna es una capacidad intrínseca de la mente, y eso es lo que hace posible que puedas aceptar el concepto de eternidad. Sabes que el universo no tiene un inicio y un fin en concreto, que existía algo llamado vida antes de tu concepción. A lo que quiero llegar, es que si eres capaz de considerar este concepto desde el interior de tu efímero cuerpo, se debe a que existe algo dentro de ti que podemos denominar tu yo no físico. Una forma en que puedes conceptualizar tu vida, es verla como un paréntesis en la eternidad, que se abre en el momento de tu concepción y se cierra en el instante de tu muerte. Todo el espacio que existe dentro del paréntesis es tu vida, la cual se encuentra rodeada de algo llamada eternidad. El matemático Georg Kantor demostró que hay infinitos más grandes que otros. No es posible experimentar físicamente lo que llamamos eternidad, pero de forma misteriosa, existe en el interior de nuestra mente.



Existe algo invisible que forma parte de nosotros a lo que podemos llamarle mente, pensamientos, conciencia, alma, incluso si gustas puedes llamarla Luisa, en realidad el nombre que se le dé no es lo importante. Tu yo invisible es capaz de contemplar la eternidad, y si la aceptas aunque sea levemente, es real para ti, y te corresponde también explorar esta idea. Si eres capaz de considerar la eternidad o la ausencia de un fin, aunque sea por curiosidad, entonces es posible que uses esta curiosidad con el objetivo de ayudarte a darle un propósito a tu vida. Puedes hacerlo de la siguiente forma:


Lo primero que debes hacer es recordar que todo existe por alguna razón, como parte de la inteligencia perfecta que es el universo. Posteriormente, aquí y ahora sin importar la edad que tengas, ve diez años hacia atrás con el pensamiento e imagínate a ti mismo. Pon mucha atención a lo que observas, cómo vestías, que era lo que sentías o por quien sientes admiración. ¿Cuántas de las experiencias que has tenido te han traído hasta el punto en el que te encuentras hoy? Ahora retrocede otros diez años más en tu mente y observa cómo todas y cada una de las cosas que has vivido y aprendido te han conducido al punto siguiente y así sucesivamente hasta encontrarte de nuevo en la actualidad. Si eres sincero, descubrirás que cada experiencia de tu vida era absolutamente necesaria para conducirte al punto siguiente y luego al siguiente, hasta este mismo instante. Este ejercicio mental es muy útil para desarrollar la capacidad de contemplar y meditar. Por último, puedes volver a tu infancia con el pensamiento y ver que las experiencias de tu infancia, sin importar cuales fueran, ayudaron a que esa personita que fuiste se hiciera mayor y llegará a ser el adulto que eres hoy. Con este este ejercicio no se te pide juzgar, que muestres agrado o desagrado, o que apruebes o desapruebes tus experiencias. Lo único que tienes que hacer es ver cómo cada experiencia te ha llevado a la siguiente, todas entrelazadas de manera invisible, y eso te ha brindado algo para crecer, o también para no hacerlo. Han sido las experiencias que necesitabas, y la prueba irrefutable de esto, es que las tuviste, asi de simple.



No importa si esas experiencias las viviste por el camino del sufrimiento o por el camino de los resultados, lo que importa es que las tuviste y eso nada podrá cambiarlo. Si miras tu infancia en retrospectiva de manera seria con el pensamiento, desde la perspectiva del presente, podrás observar en todas las experiencias de tu vida, sin importar como las juzgues, sabrás al instante que en tu interior de cuerpo físico existe una fuerza invisible que lo conecta y lo une todo. Todo acontecimiento de tu vida aparentemente aislado, está de algún modo relacionado con el acontecimiento siguiente, por lo que tiene lógica pensar que en algún lugar existe un sentido. Desde la persona que en apariencia a entrado a tu vida por pura coincidencia, que a su vez te presento a otra persona que te condujo a una experiencia que le dio un vuelco total a tu vida. Sin esas extrañas casualidades es probable que no hubieras conocido a tu compañera o compañero de vida, no tendrías los hijos que tienes. Tampoco habrías asistido a la escuela en la que estudiaste o no habrías emprendido tu negocio que tal vez en la actualidad es tu principal fuente de ingreso. Desde la perspectiva del presente, acontecimientos que tal vez te parecen insignificantes, sin sentido y que no están relacionados, cada uno te ha llevado a todos ellos hasta el preciso momento en que lees este post.


Si realizas este viaje mental, para ir más allá de tu infancia hasta los comienzos de tu vida, es innegable que hubo un instante, un ápice de tiempo en que fuiste concebido. Sin perder de vista los dos componentes esenciales de este ejercicio (el hecho de que la eternidad es un concepto que puedes contemplar en un cuerpo no eterno y de que el universo es perfecto y tiene un propósito), trata de contemplar mentalmente ese instante de tiempo anterior a tu concepción, en el que todavía formabas parte de la eternidad, justo antes de que se iniciara tu paréntesis. Tuvo que haber un instante, que por la razón que fuera, pasaste de lo que llamamos “la nada” (ausencia de fronteras, de normas, de límites, de forma) a “el algo”. La pregunta que podemos plantearnos es: ¿Por qué? o ¿Para que? ¿Cual es el propósito de haber pasado de la no forma a la forma y comenzaste habitar en tu cuerpo humano para entonces vivir durante un periodo de tiempo y posteriormente regresar a la eternidad, de nuevo a la ausencia de forma? Sin duda esto es algo en lo que podemos pasar todo un día especulando acerca del por qué iniciamos este viaje. No importa si crees que la elección de entrar al mundo físico de los límites y las fronteras fue tuya, o si lo ves como la voluntad divina, como un simple accidente sin sentido o una especie de coincidencia cósmica. Creas lo que creas, tienes la certeza de que ocurrió. Tu presencia en el mundo de la forma tiene una gran misión, y si aún no sabes cual es, puedes descubrirlo comenzar a pensar, sentir y comportarte de acuerdo con esa misión. Realizar este ejercicio mentalmente para viajar atrás en el tiempo puede ayudarte a descubrir tu misión, lo cual implica aceptar que naciste para lograr ciertas cosas y que todas y cada una de tus experiencias desde tu concepción te han llevado hasta ese fin. Tienes el poder de elegir alinearte con un orden superior perfecto, descubri que cuando no lo has estado, eso también tenía un motivo. Tu propósito puede revelarse de forma clara a través de este ejercicio mental, pero existen otras otras herramientas como la oración, la meditación, un curso de milagros, etc..



“La obra maestra más grande y gloriosa del hombre es cómo vivir con un propósito” - Michel de Montaigne


Entrar en nuestro interior y descubrir que el propósito tiene que ver con el amor incondicional, con servir y el contacto con lo que nos rodea, altera de forma espectacular nuestra visión del mundo. El sufrimiento disminuye notablemente, porque se deja de poner énfasis en el ¿Por qué?. Sabes que cada experiencia es necesaria y valiosa en un sentido que probablemente no comprendes al momento de vivirla. La iluminación puede definirse como “la tranquila aceptación de lo que es”. Sin juzgar, sin ira ni amargura, sin hostilidad, ni remordimiento, sólo una tranquila disposición a aceptarlo en lugar de combatirlo. Cuando aprendes a ver más allá de los resultados en la vida, ya no te preocupa lo que te pueda deparar. Pensamientos, sentimientos y conducta se concentran cada vez más en la realización de tu propósito. Dejas atrás el éxito, los logros personales y el rendimiento como indicadores de la misión de tu vida, en lugar de ello vives cada instante con plenitud y amor. Las posesiones materiales dejan de dominar tus pensamientos, no quiere decir que desaparezcan, sino que dejan de constituir el punto central de tu vida. Tu propósito se afianza y alcanzas una sensación de alegría y paz interior porque tienes la certeza de que estás cumpliendo de manera divina tu razón para estar aquí.


“Los muchos deseos del hombre son como las pequeñas monedas de metal que lleva en el bolsillo. Cuántas más tiene, más lo abruma su peso" - Satya Sai Baba


Hay una matiz bastante irónico en alcanzar el propósito en la vida, porque las cosas que antes considerabas importantes pierden su atractivo. La ironía está en que esas mismas cosas llegan a tu vida cada vez en cantidad mayor. Tu alegría ya no depende de que esas cosas lleguen a tu vida, no se encuentra en la llegada de esas “recompensas”, sino en la experiencia que representa pensar y actuar con un propósito. Dar se hace más importante que recibir. Coleccionar, clasificar, asegurar y preocuparte por las posesiones se vuelve una carga que prefieres no tener. Sabrás con toda certeza cuándo has alcanzado tu propósito y no necesitarás que nadie te lo diga. Ya no te cuestionas el sentido de tu vida. Sabes que todo lo que haces está en sincronía con la obra de Dios, porque te sientes en paz y cada una de las actividades de tu vida están destinadas a la realización de tu propósito. ¿Estás dispuesto a darle un propósito a tu vida? Estás preparado para volver en tu mente al momento anterior a tu concepción y preguntar a tu yo superior ¿Para qué vine aquí? Cuando recibas la respuesta, tu energía vital empezará a desplazarse automáticamente y a pasar del sufrimiento al propósito. Cuando inicies el viaje hacia una vida basada en el propósito, estarás entrando en el reino de la realidad mágica.


Mi propósito es dar, servir y promover la paz y la prosperidad, amar de manera total e incondicional a los demás.



"Encontrarte a ti mismo, por ti mismo"


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